La humanidad desciende de 10 "Adanes" y 18 "Evas"

Paolino Accolla – Nueva York, ANSA

Una reconstrucción de la historia de la humanidad hecha por investigadores norteamericanos llegó a la conclusión de que somos todos parientes: negros, blancos y amarillos descendemos de los mismos padres, que son tres como tres son los hijos de Adán y Eva según la Biblia.

A través del estudio de la evolución del ADN humano, los investigadores desarrollaron dos esquemas paralelos, uno femenino y otro masculino, que conducen todos los grupos étnicos y lingüísticos a solo 18 progenitores femeninos y 10 masculinos.

El trabajo fue realizado por paleontólogos de la Emory University de Atlanta encabezados por Douglas Wallace y de la Stanford University, guiados por Peter Underhill, y aparece hoy en «The New York Times».

Estos estudios sirvieron de base al libro «Genes, gente y lenguaje», de Luca Cavalli-Sforza, recién publicado.

Para todos nosotros la historia comienza cerca de 150 mil años atrás en el corazón de Africa, con una Eva original, quizás la famosa Lucy, cuyo esqueleto fue encontrado en los años ’80 en Rift Valley, entre Etiopia y Kenya.

El paleontólogo Wallace identifica a Eva con la letra L en su esquema sobre la evolución del ADN femenino.

Según los estudios coordinados por su colega Underhill, desde esta línea genealógica aparecen tres ramas centrales masculinas, llamadas L1, L2 y L3.

De acuerdo con la Biblia, también tres eran los hijos de Adán: Caín, Abel y Seth.

La prole de L1 y L2 permaneció en Africa. Pero, algunos hijos de L3 llegaron a Europa hace 45.000 años, a través del Medio Oriente. Otros descendientes de L3 arribaron al Mar Caspio cerca de 65.000 años atrás.

Los europeos, descendientes de la primera migración, se habrían dividido en dos ramas principales: H, I, J y K, por un lado, y T, U, V, W y X, por el otro, unidos por el «euroasiático», el lenguaje del cual, según Cavalli-Sforza, provienen las lenguas indoeuropeas.

Los asiáticos, los aborígenes australianos y lo indios de América serían hijos de la segunda legión migratoria que, a partir de una cepa M, produjo ramas definidas con letras de la A a la G.

A los amerindios corresponden las letras A, B, C y D. A, C y D, presentes todavía hoy también en Siberia, habrían llegado a América a través del estrecho de Bering.

Mientras, aquéllos de la rama B, ausentes hoy en Siberia, habrían arribado al continente americano a través del Pacífico.

Sin embargo, en el ADN de indios americanos como los Sioux y los Ojibiwa hay huellas de la rama X, que están presentes solo en Europa.

Esto sugiere que algunos habitantes del Viejo Continente lograron llegar a América antes que Cristóbal Colón a través del Atlántico o de Asia como los otros.

Se necesitará mucho tiempo todavía para integrar los dos esquemas que, desde dos ángulos distintos, relatan la historia del ADN: aquélla del núcleo de las células y aquélla de los mitocondrios (centrales de energía de las células).

El ADN del núcleo se forma por la fusión del paterno con el materno (XX la mujer y XY el hombre) y se llega al original masculino estudiando el cromosoma Y.

En cambio, en el mitocondrio el ADN es sólo materno y permanece inalterado, salvo errores de reproducción o ligados al ambiente.

Anticipando el interés del público por estos descubrimientos, desde Oxford el biólogo Brian Sykes reagrupó a los europeos en siete ramas principales para fines no sólo científicos.

Hace tiempo que Sykes trabaja en este campo. Sus estudios sobre el ADN mitocondrial permitieron establecer que el «homo sapiens» es nuestro único progenitor y que no se mezcló jamás con el hombre de Neanderthal, quien no dejó herederos.

Sykes creó un sitio Internet el cual puede ser visitado por cualquiera para conocer de cual progenitora desciende. Existen así los descendientes de Urs, clasificados con la letra U, y aquéllos de Xenia, nacida hace 25.000 años en las montañas del Cáucaso, que corresponden a la letra T.

Para saber más se puede consultar el sitio