Carta abierta a Danilo Arbilla Fracchia

¿Qué volcán erupciona tus neuronas? ¿Por qué se nubla tu entendimiento? ¿Por qué el viernes pasado afirmas públicamente que LA REPUBLICA no está en el complot y me envías saludos y agradecimientos a través de mis periodistas y 48 horas después, en prensa, radio y televisión, me acusas de conspirador, calumniador, cómplice del pinchaje de llamadas, autor de editorialcitos, payaso y otras lindezas? ¿Qué tienes que ocultar para perder la calma y la ecuanimidad?

Como supongo que aún sigues siendo periodista y que tu condición de empresario y dueño de Búsqueda durante 20 años cesó el año pasado cuando vendiste tus acciones a lo dueños de Dasa (Distribuidora Ancap S.A.) y del supermarcado Disco- Géant-Devoto, de los que ahora sos empleado, te invito como profesional de la noticia a que analicemos juntos los hechos, los porfiados hechos, aquellos que nuestra raza nos obliga a descubrir por más ocultos que se encuentren.

Sígueme:

Los hechos crudos, fríos, sin alma

1) El que fuera director nacional de la lucha antinarcóticos, enemigo declarado de los cárteles de la droga, calificado como un «funcionario ejemplar», amado por todos los policías honestos de este país, ganador por concurso del más alto rango del Instituto Policial y el más joven de los funcionarios en llegar a ese nivel, el inspector general Roberto Rivero, recibe información confidencial de cuatro agencias norteamericanas antidrogas detectando actividades del narcolavado en el Uruguay. El descubrimiento lo llevan a cabo agentes antinarcóticos encubiertos que se infiltraron en las entrañas del cártel más poderoso del mundo –el Cártel de Juárez, una vez debilitados los cárteles de Cali y Medellín– en el marco de una formidable acción denominada «Operación Casablanca». La operación descubrió el lavado de 63 millones de dólares, de los cuales se detectaron U$S 11.752.229 en Argentina y más de un millón en Uruguay. Las agencias informan a Rivero sobre el narcolavado en Uruguay, a través de los informes top secret Nº 2, 8, 9, 10, 11 y 12, «clasificados» con advertencia de ubicarlos en «registros no rastreables». Del cúmulo de información que Rivero como director nacional de la lucha antidroga viene recibiendo, una de ellas asegura que parte del dinero del narcolavado del Cártel de Juárez detectado por la «Operación Casablanca» entró en Uruguay y se utilizó en cinco transacciones inmobiliarias. Revelaron que la primera de ellas fue la compra de tu casa, 11 días después que el narcotraficante Di Tulio y su íntima amiga Beatriz Llera adquirieron la sociedad anónima Sasur para utilizarla en la emergencia. También informan que la casa la compran a primera vista en momentos en que en Punta del Este no se vendía nada o se malvendían las propiedades, y que la adquieren en U$S 550.000, una cifra que entiendo está sobrevaluada dada la situación. ¿Cuál es la sospecha de los investigadores, Danilo? El modus operandi de los narcolavadores implica siempre ofrecer un poco más de dinero del que vale una propiedad a cambio de que se escriture por mayor valor y después venden a menor precio. Es una hipótesis de trabajo muy difícil de probar pero que se convierte en duda si el precio es mayor del que certifican las últimas transacciones del mercado.

Acordemos que tuviste la inmensa suerte de que apareció un comprador y a primera vista compra tu casa en momentos en que no se vende nada a un precio excelente. Acordemos que te pagaron U$S 550.000 y que la escrituraste por el precio real recibido. Pero también acordemos que eso no lo saben los investigadores y que ese bien pasó a ser propiedad de los narcotraficantes. También informaron que tu notario amigo de toda la vida, el que escrituró todos los bienes que poseíste, fue el único notario actuante, cuando la costumbre indica que es el comprador y no el vendedor el que designa al escribano escriturante. Les pareció extraño. Además informaron que los narcotraficantes compraron cuatro mil hectáreas de campo en Flores a U$S 600 la hectárea en cuatro transacciones y que luego vendieron una de ellas a U$S 400 la hectárea, perdiendo de inmediato el tercio del valor invertido y en todas esas transacciones el notario actuante fue tu escribano, que había pasado a ser asesor y profesional de los narcotraficantes, aparentemente sin tener conciencia de ello. Un nuevo elemento a investigar. También detectan que las dos sociedades con que operaron los narcoslavadores (Sasur SA e Idafal SA) que tenían domicilio constituido en Uruguay cambian sus domicilios a las oficinas de tu escribano y éste mantiene el domicilio de esas sociedades durante 1997, 1998 y hasta 1999 –no sé si aún en el 2000–, cuando estalla en todo el mundo el escándalo del narcolavado en el Cono Sur y aparecen públicamente los nombres de los que compraron tu casa y los campos de Flores. Otro hecho que les extrañó y lo incorporaron a la investigación. Y finalmente –hasta aquí es lo que sé– los tres gobiernos de Argentina, México y Estados Unidos que denunciaron penalmente a los que compraron tu casa, intervienen la central regional del narcolavado en Buenos Aires, «Mercado Abierto», y descubren que reciben llamadas de varias partes del mundo. También de Uruguay. Entregan a los gobiernos de esos países los números de teléfonos desde los cuales se llama a «Mercado Abierto SA» y ahí surge que las llamadas recibidas desde Uruguay por esa central del narcotráfico provienen de tus oficinas. Otro indicio que su suma a la investigación. Que todo esto es una suma de casualidades desgraciadas que tienen diáfana explicación lo sabes sólo tú y tu escribano. Pero lo ignoran los investigadores. ¿Qué debe hacer el inspector general Rivero, que está obligado por ley a investigar? ¿Acaso llamar y alertar a los sospechosos por más fama que tengan?

No sería un buen investigador. Hace lo único que debía hacer. Pedirle a la Justicia que investigue esos hechos. Es lo que hizo. Míralo desde cualquier ángulo y llegarás a la misma conclusión que llegó Rivero: hay una suma de indicios y de coincidencias extrañas que por lo menos ameritan una investigación judicial. Como periodista tú también hubieras dudado. La duda permanente es parte de nuestra profesión.

El desliz que manchó tu vida al aceptar ser director de prensa de la dictadura

2) Hasta aquí los hechos. Crudos, fríos, sin alma.

Pasemos a tu teoría de la conspiración. Me ubicas junto con María Urruzola, Manuel Flores Silva, Fernández Huidobro y los semanarios Brecha y Posdata y un quincenario, Mate Amargo, que desde hace más de seis meses no sale, en un complot para dañar tu imagen. Y agregas que esto es la continuidad de los ataques que esos medios te hicieron en el pasado acusándote de «asesinar y encarcelar periodistas» cuando fuiste durante más de dos años director de información y difusión de la dictadura militar.

Es cierto que primero Brecha, en la edición del 24 de junio de 1994, te señaló como director de información y difusión hasta 1975 de la dictadura militar ejerciendo un cargo de especial confianza y sensibilidad en el régimen de facto y luego LA REPUBLICA lo mencionó, en un suplemento sobre el golpe de Estado.

Pero también es cierto que informamos que tú te habías arrepentido públicamente de ese desliz que manchó tu vida profesional y humana en esas aciagas circunstancias para el país y para quienes resistimos a la tiranía.

Nunca dijimos que asesinaste o encarcelaste periodistas, aunque sí, a título personal y con su firma, un ejemplar periodista de nuestra casa, Gabriel Mazzarovich, declaró a otros medios que durante tu cargo como jerarca de la dictadura se
encarcelaron y asesinaron periodistas. Nunca afirmó que tú hubieras actuado en esas aberraciones.

Pero el tema lo sacas ahora tú, no yo ni LA REPUBLICA. Para mí era un episodio terminado. Tú sabes bien a qué me estoy refiriendo. Soy un hombre de palabra y tengo mi conciencia tranquila. No agité tus fantasmas del pasado porque no me mueve el interés de perjudicarte. Las diferencias personales que hemos tenido las hemos superado. Las diferencias ideológicas y profesionales, para bien de ambos, las mantendremos hasta el fin de nuestros días.

Tú eres el que reabre ahora la confrontación personal y me anuncias juicios, rayos y centellas. Allá tú. No entraré en ese juego de distracción pública. Y nos veremos en los juzgados o donde tú prefieras.

Seis veces en tapa y 14 veces en páginas interiores dijimos que creíamos en tu inocencia

Para que te quede claro, te lo digo una vez más. Ni LA REPUBLICA ni su director te acusaron de ser un agente o un cómplice del narcolavado de dólares. Ni de estar en conocimiento tú o tu escribano de que estaban comerciando con narcotraficantes.

El diario LA REPUBLICA y su director, en las últimas cuatro ediciones que se refirieron al tema, informó 6 veces en plena tapa y 14 en páginas interiores y destacadas que «es lo más probable que Arbilla y Morassi sean inocentes» o que «nadie los acusó de tener conciencia de que habían sido contratados por el Cártel de Juárez», o que «partimos de la base de la inocencia de Arbilla y Morassi», o que «seguimos creyendo en su inocencia», etcétera, etcétera, etcétera.

Sí, no en una, sino en 20 oportunidades en tapa y en interiores quedó claro para los lectores de LA REPUBLICA que ni el medio ni su director con su firma estaban acusando a ti ni a tu escribano de presuntos delitos, sino que estaban informando sobre hechos que debían ser investigados. No entiendo por qué insistes en todos los órganos de difusión en lo contrario de lo que afirmamos («Fasano da a entender claramente que yo tenía clara conciencia de a quién se la vendía») (El País del lunes 12 de junio, página 8).

Si tanto insistes en que te acusamos, cuando no lo hacemos ni a través de una sola coma o título, o contexto informativo, será por algo. Y ese algo es la tesis del complot, que sumada a la tesis de las inexistentes amenazas del inspector Rivero, adornada con la parafernalia de la custodia policial que te protege, o de las inexistentes escuchas clandestinas, te ubica en el papel de perseguido en medio de un show más dirigido al exterior, donde en octubre se juega la presidencia de la SIP, que para nuestro país, donde lo único que tienes que hacer es declarar en un Juzgado que sos inocente, inocente, inocente…

Si un complot existió fue contra la investigación que fue cancelada y contra los investigadores que fueron cesados

¿Quiénes somos los complotados? Al inspector Rivero no lo vi nunca en mi vida. Jamás lo llamé por teléfono. Sólo conozco su rostro por fotografías. Juro por mi honor que en este caso no mantuve contacto alguno con él, ni yo ni ninguno de los periodistas que de mí dependen y me informan. También te doy mi palabra que el inspector Rivero no fue la o las fuentes que me mantuvieron informado en este escándalo. Descarta entonces a Rivero como miembro del complot. Con María Urruzola, periodista de Brecha que dio la primicia, no he tenido el más mínimo contacto ni personal ni telefónico desde hace muchos años. Mucho menos en este caso.

Me sorprendió la publicación de Brecha ese día. Con Brecha, medio de comunicación fraterno con el cual tenemos muchas coincidencias, nos respetamos pero también competimos. Y no me gustó nada que María Urruzola nos ganara la información. Por lo tanto descarta del complot a esa excelente periodista que es María y al semanario Brecha en el que labora.

En cuanto a Manuel Flores Silva y la revista Posdata, no debo dejar de reconocerte que lo he consultado por teléfono en algunas oportunidades por razones del oficio, como tú consultas a otros medios para confirmar hechos o intercambiar o complementar noticias. Sé, además, de tu enfrentamiento personal con Posdata y su director, pero debes reconocerme que en ese conflicto no he tomado partido. No existe ni existirá ningún complot con Manuel Flores Silva para perjudicarte por este tema. No puedo asegurarte, porque Posdata aún no se pronunció sobre el caso, que cuando lo haga –si lo hace– yo no coincida con Flores o él no coincida conmigo. Pero de ahí a hablar de un complot o una asociación ilegítima de intereses contra tu persona hay una distancia muy difícil de entender. En cuanto a Mate Amargo, qué complot puede existir con un medio de prensa que no existe desde hace más de medio año. También asevero por mi honor que no he acordado sobre este caso ninguna acción o comentario o cosa parecida con el senador Eleuterio Fernández Huidobro y que sus declaraciones sólo a él le pertenecen y nadie de LA REPUBLICA se las sugirió.

¡Complot! Por favor, Danilo.

Si un complot existió fue el de quienes movieron los hilos de tal forma que hoy tenemos la investigación archivada, la Brigada Antinarcóticos del Este disuelta, su jefe arrestado, y el principal adversario de los cárteles en nuestro país destituido.

El poder te ama Danilo: el periodismo tiene que ser distante del poder, no podemos hacernos proteger por los poderosos

3) Me llama profundamente la atención que un hombre tan inteligente como tú, que ha hecho con su trabajo de periodista una inmensa fortuna diseminada en varios países, que ha logrado superar a tal punto el estigma de haber sido director de prensa de la dictadura, que la SIP te ha designado nada menos que presidente de la comisión de libertad de prensa y ahora vicepresidente, cometa los errores que estás cometiendo en esta ofensiva generalizada contra adversarios fantasmas, que no existen, buscando la protección de todos los medios de prensa, radio y televisión, de ministros, vicepresidente y hasta del propio Presidente de la República, en fin, recreando el show de presenciar al establishment en pleno acudiendo a tu llamado desesperado para evitar no la condena, sino la mera investigación de su niño mimado, el intocable ciudadano de clase A, don Danilo Arbilla Fracchia.

¿Quién te asesora, Danilo? ¿Quién te quiere tan mal como para arrojarte cada vez en un camino sin retorno cuando la solución era tan fácil y estaba a la vuelta del recodo? Bastaba con publicar en Búsqueda lo que ya sabías hace unos meses y presentarte a declarar en el Juzgado de Maldonado a cargo de la incorruptible magistrada Fany Canesa.

Sin embargo, te instaron al camino inverso. Ocultaste los hechos a la opinión pública. Comenzaste a recorrer oficinas estatales, a pedir el apoyo del ministro del Interior, a reclamar los buenos oficios del vicepresidente de la República, movilizaste a la SIP para que le planteara el caso al primer mandatario, hablaste incluso con él sobre un tema que estaba bajo investigación nacional e internacional. ¡Qué barbaridad, Danilo! Te olvidaste de lo que dijo no hace mucho tu amigo, nada izquierdista por cierto, el conservador Mariano Grondona: «El periodismo tiene que ser distante del poder y no podemos hacernos proteger ni querer por los poderosos».

Pues bien, estos hechos han probado hasta el hartazgo que el poder te ama, Danilo, y está dispuesto hasta a retirar una denuncia judicial, disolver una brigada entera antinarcóticos en una de las zonas más sensibles de la droga en nuestro país, está dispuesto a poner presos a quienes combaten a los cárteles e incluso a destituir a uno de los policías más honestos y brillantes con que cuen
ta el Instituto encargado de la protección de la población.

Pero de qué sirve ese amor sin par, si no alcanza para que la opinión pública tenga perfectamente claro que ni tú ni tu escribano tienen nada que ver con esto. Porque esto no es un acto de fe, es un acto de derecho. No es un problema de creer en ti. En este caso yo creo en ti. Pero no sirve de nada. Había una investigación en curso basada en una cantidad de indicios y hechos extraños y sólo la Justicia otorga certificado de buena conducta. Y sólo a ella le compete analizar las denuncias, las viejas y las nuevas si las hay y terminar con este caso plagado de insensateces.

No se me ocurrió a mí, cuando fui acusado de homicidio o de asaltar bancos, recorrer ministerios, vicepresidencias o presidencias. Recorrí juzgados. Me defendí ante los jueces y obtuve el procesamiento y la condena de mis difamadores, tanto en primera como en segunda instancia. Así se actúa.

Y cuando estuve preso por denunciar como periodista un acto de corrupción de un poder omnímodo cuya mano permitió mi encarcelamiento, no pedí ayuda al gobierno ni al sistema, acudí ante la Justicia, que decretó que era nulo ese fallo, que era ilegítimo e írrito, que nunca debió haber existido, liberándome con pedido de disculpas, amonestando al fiscal y trasladando a la jueza que me condenó sin siquiera escucharme. Y después probé mi inocencia en primera y segunda instancia y hasta en la Suprema Corte de Justicia. Pero lo logré no acudiendo a los despachos del poder sino acudiendo a la independencia del Poder Judicial. Como aquel humilde molinero de Sans Souci que se iba a enfrentar al emperador Federico II creyendo en la justicia al grito de «Â¡Todavía hay jueces en Berlín!». Y toda la defensa la diseñaba desde la cárcel, mientras tú en tu carácter de presidente de la comisión de libertad de prensa de la SIP me acusabas, en una entrevista en El Espectador, afirmando que yo había luchado contra la libertad de prensa en mi exilio mexicano al ser el autor del Plan de Comunicación y de la nueva Ley de Prensa en ese país.

Y tú sabías que estaba preso por informar contra la corrupción y por ende no podía contestarte. No podía contestarte que la Unesco me felicitó por el proyecto que presenté en México, el que fuera calificado por el Ceesteem (Centro Internacional de Estudios del Tercer Mundo) como el «más ambicioso aporte a la democratización de la información en prensa, radio y televisión en tierras latinoamericanas». Al salir de la cárcel, olvidé tus olvidos, olvidé tus agravios. Otras luchas me convocaban. Hoy las recuerdo, cuando vuelves a agraviarme y utilizas todo el peso del sistema hegemónico de información para ello.

Amenazado sin amenazas, escuchado sin escuchas, investigado sin investigación, complot sin complotadores

4) Otras curiosidades de tu desborde me llamaron la atención. Te presentas a la opinión pública afirmando una y otra vez que no temes ser investigado. Aún más, que quieres ser investigado. ¡Qué curioso! Tanto pides, Danilo, ser investigado, que el 29 de marzo se detuvo la investigación, que el 17 de abril el inspector Rivero solicita por escrito el reinicio de la investigación y que el 17 de mayo se la volvieron a negar para terminar destituido el 31 de mayo. Todo eso en medio de tus incesantes idas y venidas por despachos ministeriales, indignado porque osaban investigarte. Si sigues pidiendo ser investigado, va a ser muy difícil que algún policía investigador acepte tamaña misión.

5) Otra perla son tus denuncias sobre las amenazas que recibiste del inspector Rivero. Cuando se te pregunta en qué consistieron las amenazas, informaste textualmente que te dijo: «No voy a permitir que juegue conmigo». Acto seguido, se te brindó protección policial. Y para explicarla, el lunes en Canal 10, dijiste que te sentías amenazado en tu «integridad física». ¡Pero, Danilo, si yo tuviera que pedir protección policial por llamadas de ese tenor, no sabría lo que es vivir sin custodias, mejor me valdría casarme con una mujer policía o vivir en la Jefatura!

Esa amenaza es inasible. No existió ni en su texto ni en su contexto. Parece cumplir un objetivo de escenografía para el exterior o para obtener declaraciones de solidaridad que se venden como las indulgencias en la Edad Media.

Me llamó también la atención en tus últimas declaraciones el desprecio y el tono algo despectivo que utilizaste al referirte a determinados actores políticos. De Hierro López dijiste en «Hoy por Hoy», el programa de Sonia Breccia, que lo habías ido a ver por este tema, agregando que el vicepresidente había sido tu empleado. El lunes en Canal 10 dijiste que la izquierda estaba resentida contigo porque le publicaste un reportaje a Seregni, agregando que la izquierda, que hoy es casi la mitad de la población, es portadora de un discurso cargado de «tonterías y guarangadas». En radio El Espectador, en el solvente programa de Emiliano Cotelo, calificaste a los uruguayos que no te entendían como «una manga de mediocres». ¿No te estarás, Danilo, metamorfoseando en lo más profundo de tu siquis, adoptando la personalidad de un ser superior digno de culto, pompa y pleitesía ajeno a las obligaciones, requisitos y sospechas que debemos soportar el resto de los mortales?

Tampoco dejó de llamarme la atención tu insistencia en que te habían pinchado los teléfonos, así como tus declaraciones a El País afirmando que «Fasano, tan celoso en estos temas, tan cuidadoso de la libertad de prensa no reparó en que eran un acto ilegítimo» te referías a las llamadas telefónicas realizadas a Buenos Aires, añadiendo ante Cotelo en El Espectador: «Hecho ilícito éste (las llamadas) que no ha llamado la atención de Fasano».

No tengas ninguna duda, Danilo, que si hubiera sabido que habían pinchado tus teléfonos sin orden judicial, lo hubiera denunciado en plena tapa.

Las fuentes que me proporcionaron la información, por supuesto que también me dijeron, ante mi obvia pregunta, que se habían enterado por la intervención judicial de cuáles eran los países desde donde se emitían llamadas hacia la central financiera del narcolavado en Buenos Aires.

De ahí a preguntar a sus pares en Uruguay a quién pertenecían los teléfonos desde donde se llamaba a Mercado Abierto SA, no medió casi tiempo. No hubo intercepción de llamada. No hubo escuchas clandestinas. Ni siquiera conocían quiénes habían hablado y con qué persona.

¿Pero no te parece que todos estos fuegos artificiales que te has dedicado a lanzar a diestra y siniestra impiden ver el cielo más claramente?

¿Qué buscas con todo esto? Convertirte en víctima no resuelve tu problema.

¡Que, te insisto, es tan fácil de solucionar! Amenazado sin amenazas, escuchado sin escuchas, investigación sin investigado, complot sin complotados. ¡Qué imagen, mi Dios!

Nuestra vocación está motorizada por la exhibiciónimpúdica de los hechos

La última perla de tus declaraciones es que todo esto pone en peligro tu asunción como presidente de la SIP en octubre próximo. Has dicho a quien lo quiera oír que en octubre vas a asumir como presidente de la SIP. Que ya está decidido.

Lo único que me extraña, porque soy nuevo en la SIP, es que un miembro de la organización pueda anunciar con tamaño desparpajo, muchos meses antes, que ya está decidido quién va a ser el nuevo presidente.

Que yo sepa, al nuevo presidente lo elige la Asamblea General. No es un cargo hereditario y no es elegido a dedo por conmilitones o amigos de múltiples viajes, ni el derecho divino está incluido en la carta orgánica de la Sociedad Interamericana de Prensa.

Supo
ngo que serán todos los miembros los que tendrán que decidir en octubre si el socio Danilo Arbilla Fracchia reúne los antecedentes y méritos necesarios para presidir los destinos de la organización durante el próximo año.

No me parece democrático que anuncies con tanta antelación que ya está decidido que vas a ejercer esa presidencia.

Es un consejo gratis. Por otra parte, puedes quedarte tranquilo que nada voy a hacer para impedir que asumas.

Son otras las batallas que me convocan. Más bellas y más generosas.

El único objetivo de todas las páginas que estamos dedicando a este tema no tiene como destino tu condena, tiene sí como objetivo que se investigue y que se repare la injusticia cometida contra un policía honesto que cumplió con su deber de indagar.

Son la 1.30 de la madrugada de hoy miércoles 14, cuando una llamada me informa que el destituido inspector Rivero entregó como ciudadano a la jueza Fany Canesa de Maldonado toda la documentación en su poder, reabriéndose la investigación judicial sobre el narcolavado en tierras uruguayas del Cártel de Juárez. ¡Misión cumplida! Es a lo único que apostábamos. El inspector Rivero te está dando la gran oportunidad de obtener una decisión judicial que te deje libre a ti y a tu escribano de toda sospecha. ¡Aprovéchala!

¿Pero, Danilo, en serio puedes creer que deseo verte condenado como agente del narcotráfico? ¿En serio crees que pienso que eres un agente del narcotráfico? Tú, por alguna razón que desconozco, buscas el enfrentamiento con LA REPUBLICA. No me interesa ese duelo. Me distrae de tareas más importantes. Me duele decirte todo lo que te estoy diciendo, pero no podía quedar callado ante tus ataques desplegados en todos los medios. Hacía mucho tiempo que no polemizábamos públicamente. Nos respetábamos. Rompiste las reglas de juego y pasaste al insulto público y a la diatriba. Sin embargo, todavía estás a tiempo de recoger velas. Si no lo haces, allá tú.

Yo seguiré informando, sin acusarte y sin agraviarte, pero sí contestando a tus agravios con toda la fuerza de que disponga.

Nuestras informaciones no te tienen como objetivo de caza.

Van dirigidas contra la corrupción del silencio y son motorizadas por la ética de la exhibición impúdica de los hechos.

Sólo ante ellos nos inclinamos.

Adiós Danilo. Los estrados judiciales nos esperan.

Federico Fasano MertensDirector

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