Aurelio González cuenta cómo rescató, después de 33 años, el archivo fotográfico de El Popular

"Para sacar ese ‘botín’ utilizamos una pértiga y un imán poderoso"

«Las Fuerzas Conjuntas tenían sitiado el diario El Popular y Aurelio escondió allí las latas, con la historia de más de veinte años de Uruguay. Seguramente, tal vez, mientras se hacían algunas reformas luego de habernos robado la dictadura nuestra casa, algún obrero, o quién sabe quién, encontró las latas de fotos y eso marchó como basura al montón de escombros. Fue una pérdida irrecuperable», dijo Weinberger en aquel homenaje, pleno de recuerdos y de anécdotas.

Pasó el tiempo y la «pérdida irrecuperable» se transformó en una verdad que había sido recuperada. «El Gallego» había encontrado aquellos negativos, después de 33 años. Ayer LA REPUBLICA habló con él. Esto fue lo que nos contó.

 

«Hay mucha vida, mucha historia»

–Concretamente ¿qué acaba de encontrar?

Encontramos el archivo fotográfico de El Popular, hace unos 20 días. Siempre creí que tenía que estar en algún lado. Yo lo escondí cuando el golpe de Estado, en plena huelga general. Fue un par de días antes de la manifestación del 9 de julio. En esos días recorrí las entrañas del edificio Lapido, hasta encontrar lugares donde podía esconder las cosas. Luego de 9 años de exilio, cuando volví a Uruguay, me encontré que en el lugar que lo había dejado se había hecho obra y todas las cajas y paquetes habían desaparecido.

 

–¿Dónde lo dejó?

–Fue en un agujero que estaba sobre la puerta de un ascensor. Me imagino que al hacer obra, alguien lo encontró y el que lo encontró sabía de qué se trataba y no lo quiso entregar. Lo sacó de ahí y lo puso en dos lugares de ese mismo edificio, en dos lugares muy difíciles de llegar. Para poder sacar parte de ese «botín» de latas, tuvimos que utilizar una pértiga larga y un imán. Lo fuimos sacando caja a caja. Hoy hemos recuperado gran parte del archivo, pero no todo, porque hay otro lugar donde hay más negativos, pero para llegar a él hay que entrar por un garaje. El dueño aún no tiene claro si nos va a dar o no el permiso para pasar por su propiedad para llegar a ese lugar. A esta persona ese archivo no le sirve para nada, eso le sirve a la historia, porque esas imágenes son de una época muy rica del Uruguay. A ese material tuve acceso porque el dueño me dio permiso para ir a verlo. Lo pude ver en el fondo, en un lugar. No descarto que haya más material en otros lados. Hemos recuperado 30 mil negativos. Por lo que he visto son negativos que van del 59 al 73, pero tiene que haber negativos de antes del 59, porque el diario salió en el 57, pero yo ya venía de Justicia, que era semanario, desde 1955.

 

–Habló de imanes para rescatar el archivo ¿estaban las cajas en un pozo?

–Es como un pozo de ventilación o algo por el estilo, por donde pasan caños. Como no se podía bajar inventamos lo del imán. Era un imán poderoso que atrapaba cada caja. Todo fue muy difícil.

 

–¿Cuántas horas?

–Bastantes horas. Mucha transpiración, bastantes nervios. En un día sacamos una parte y en otro día la otra. Fue con mucha angustia, con muchos gritos de alegría cuando veíamos a aquellos rostros de los cañeros manifestando o de Rodney Arismendi en un acto del Palacio Peñarol. Con la gran cantidad de negativos que hay de la primera gira de Líber Seregni en 1971, se puede hacer una película. Hay centenares y centenares…

 

–¿Alguien le informó dónde estaban los lugares?

–Alguien nos dijo que estaban en un solo lugar. Pero rastreando llegamos a otra persona que nos dijo que había otro lugar, con más negativos.

 

–¿Usted ya había salvado los negativos de la huelga general?

–Sí. Muchos de los negativos de la huelga general ni siquiera estaban revelados, porque estábamos sacando fotos y los negativos los teníamos con nosotros. Al final esos negativos de la huelga los escondí en el piso 12, mediante una operación muy especial, donde participó también mi hijo Fernando en una segunda etapa, que ya he relatado otras veces.

 

–¿Cómo está trabajando con ese material?

–Ahora estoy clasificando. Seregni y el Frente Amplio, una cosa. Movimiento sindical, el primer congreso de la CNT, es otra cosa. Partido Comunista con todas sus movilizaciones, la creación del Fidel, la creación del FA, otra cosa. De cañeros nosotros tenemos montones de negativos que nadie tiene.

 

–¿Cuál es el estado de los negativos?

–El 99% de ellos es como si hubiesen estado en una cámara hecha para guardar negativos.

 

–¿Quiere decir que lavaban bien los negativos?

–Sí señor. También ayudó que las cajas se oxidaron y quedaron como selladas, impidiendo que entrara el oxígeno y la humedad. Yo diría que hemos logrado un milagrito a la uruguaya.

 

–¿Qué foto le hizo recordar algo que se había olvidado?

–Hay muchas, hay muchas. Podría nombrar varias. Está la foto de Susana Pintos, con el cuello agujereado por el perdigón. A Hugo de los Santos, pero saliendo de lo dramático tenemos a Atahualpa Del Cioppo con un niño en brazos. Está Manuel Liberoff en un carro tirado por un caballo, con una propaganda que decía «Vote al Fidel 1001″. Me encontré con familiares, me encontré a mí mismo. Cada vez que miro estos negativos es como ir al cine y salir satisfecho. Es que esos fueron años de mucho trabajo, pero también de mucha alegría.

 

–¿Siempre pensó que estos negativos iban a aparecer?

–Hace unos 20 días hablé con el intendente Ricardo Ehrlich de esto, para pedirle que me permitiera hacer oficialmente toda una exploración, porque no lo daba por perdido. Cuando estoy hablando con él hay gente del Centro Municipal de Fotografía que escucha lo que le digo. Nos ponemos a conversar –por suerte–, porque por ahí vino una carambola increíble, que era que alguien sabía que se habían encontrado unos negativos.

 

–¿Qué más contienen esos negativos?

–Hay mucha vida, mucha historia. Está la marcha de la gente de los frigoríficos del Cerro, la ocupación del Frigorífico Nacional. Tenemos a Héctor Rodríguez reunido con Enrique Pastorino, con Tamayo, está también Wladimir Turiansky o Idilio Pereyra o Eduardo Platero de joven. Toda gente que dio toda su vida por la organización, por la CNT, por todas esas cosas maravillosas que han pasado en este país. Hay fotos de la Vuelta Ciclista, de las domas, estoy seguro que hay muchas más.

 

–¿Cuándo fue la primera lágrima?

–Después de que hablé con esos muchachos maravillosos del Centro Fotográfico, una compañera que trabaja ahí, Isabel, me llamó un día a mi casa. Me invitó a ir al Centro y no me dijo para qué. Cuando llegué todos tenían caras de cómplices. «¿Qué pasa?», les pregunté. Me hicieron sentar y me dijeron que había aparecido el lugar donde estaban los negativos desaparecidos, luego de 33 años de estar ocultos. En ese momento me quedé emocionado. Pero cuando empezamos a sacar las cajas y a abrirlas con desesperación, y me encontré con las fotos conocidas de toda la vida, la verdad que me angustié muchísimo. Pero yo no soy fácil para los lagrimones, pero me emocioné mucho.

 

Aquel equipo

Rodolfo Porley, también periodista de El Popular escribió a LA REPUBLICA sobre el descubrimiento o rescate de la historia, recordando al equipo periodístico de aquellos años.

«Además
del héroe de esta película (Aurelio González) y su equipo (Bonomi, Cuña, Mesa y otros fotógrafos), están los colegas, entre los que puedo recordar ahora a Luciano Weinberger, Niko Schvarz, Lenin de los Santos, Maxim Jablko, Isidoro Epstein, Oribe Irigoyen, Elsa Méndez, Julio Parissi, Néstor, Saúl Ibargoyen, del cuerpo central de la redacción, así como Mario Ricobaldi, Carlos Scorovich, Rivas y varios compañeros gráficos, como Marino, Nurimar, Niurka de Administración y otras reparticiones. Se nos fueron Eduardo Viera y José Jorge Martínez, director y subdirector, Ismael Weinberger, Ruben Acassuso, Carlos Reyes, Juan Carlos Urruzola, Juan José Silva, Nelson, Luis Varela, Horacio Buscaglia, Inés Russomando, Luis Rodríguez y desgraciadamente otros, además del que nos llevaron, Juan Manuel Brieba, el gallego gráfico que ayudaba en la pequeña impresora clandestina que imprimía la Carta del Partido Comunista bajo la dictadura, y que fue torturado, como centenares de nosotros en los galpones del Servicio de Material y Armamento, a los fondos del Batallón 13, cuyos restos estarían por ser localizados en el cementerio clandestino de ese mismo sitio castrense, según reconoció el Ejército». *

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