Investigación de Víctor Castiglioni acusaba a Hugo Campos Hermida

 

Un ex agente de Inteligencia policial confió a LA REPUBLICA que existe documentación secreta sobre el homicidio de Cecilia Fontana de Heber en 1978. El atentado de los vinos envenenados, enviados entonces a dirigentes del Partido Nacional, estaría vinculado con una negociación política, nombrar un triunvirato cívico militar y sustituir a Aparicio Méndez. «Fue un disparate. Desde la embajada habían dicho que se debía ‘neutralizar’ a la dirigencia blanca y se entendió que había que matarlos», dijo el informante. El informe secreto acusaba a Campos Hermida, con civiles y militares de ultraderecha.

El informe, caratulado como «secreto», fue entregado a fines de 1978, en mano, al general Amaury Prantl. Había sido elaborado bajo extrema presión en la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII), por un equipo de confianza del inspector Víctor Castiglioni, quien aún mantenía poder.

El documento concluía que había sido un «trabajo interno» que adjudicaban al comisario Hugo Campos Hermida.

«Fue un disparate. Desde la embajada habían dicho que se debía ‘neutralizar’ a la dirigencia blanca y se entendió que había que matarlos», narró a LA REPUBLICA uno de aquellos agentes.

Según el informante, un ex policía vinculado a la DNII, en nombre de la cual llegó a integrar el Organo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA), Castiglioni discrepaba fuertemente con una serie de actividades «extrafuncionales» que venía realizando la gente de Campos Hermida.

El ascendente «Campitos» se había implicado con agentes norteamericanos y con un grupo de civiles y militares de ultraderecha que elaboraban una publicación y tenían fuertes vínculos con los más «duros» del régimen. Civiles, policías y militares que recibían un sobre con dólares a fin de mes.

 

«El Talero» y la interna

El informe secreto nunca se divulgó. Prantl tenía su interna. En julio, el comandante del Ejército, teniente general Gregorio Alvarez, lo había sancionado junto a su segundo en el Servicio de Información y Defensa (SID), el mayor José Nino Gavazzo, por lo dicho en una edición del clandestino «El Talero».

En «El Talero» se había acusado al Goyo Alvarez de «traidor» por su supuesta participación en una negociación con dirigentes políticos para formar un triunvirato (él, un colorado y un blanco) que presidiera una transición política hacia elecciones nacionales en Uruguay.

En agosto de aquel año, los rumores sobre un cambio en el gobierno eran fuertes. Se decía que el presidente Aparicio Méndez iba a ser relevado por el supuesto triunvirato cívico militar del que había dado cuenta «El Talero».

En los partidos tradicionales se analizaba la eventualidad como una apertura.

Eran los primeros indicios de una negociación política con la dictadura desde que, con el asesinato de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz en mayo de 1976, se frustrara un plan de salida que ambos legisladores muertos y Wilson Ferreira Aldunate habían recibido del ministro de economía Végh Villegas.

 

Tres botellas de vino

La fecha que se manejaba para la sustitución de Aparicio Méndez era el 31 de agosto de 1978. Ese día iba a sesionar el Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), creado por el Acto Institucional Nº3, desde donde la dictadura tomaba su principales decisiones políticas.

A mediados de agosto, tres botella de vino blanco Reisling fueron enviadas a los domicilios de los dirigentes blancos Mario Heber, Carlos Julio Pereyra, y Luis Alberto Lacalle. Lucían una tarjeta manuscrita que rezaba: «El jueves 31 al mediodía brindaremos por la Patria en su nueva etapa» y firmaba «MDN».

Nadie había abierto aún las botellas recibidas cuando aquel 31 de agosto se concretó la sesión del Cosena.

La reunión duró casi todo el día, pero sólo trascendió un comunicado de prensa que informaba la decisión del gobierno de dar un aumento de sueldo a los funcionarios públicos.

El 5 de setiembre, Cecilia Fontana, esposa de Mario Heber, abrió la botella y bebió un pequeño trago. Bastó para que le produjera la muerte.

El vino había sido inyectado con Foxdrín, un poderoso insecticida. Las otras dos botellas también contenían el mortal veneno. *

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