Cincuenta años después el proceso fue revisado y su inocencia reconocida; los trabajadores uruguayos realizaron dos paros generales en 1927

Hoy se conmemoran 80 años de la ejecución en Estados Unidos de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti

Sacco y Vanzetti eran amigos, se conocieron en Monterrey (México) y eran compañeros de militancia desde 1917. Ambos eran miembros de la Industrial Workers of the World (IWW), de orientación anarcosindicalista.

Durante 7 años estos modestos trabajadores, inmigrantes italianos, caracterizados luchadores sociales y libertarios, junto a sus familiares, compañeros y abogados rebatieron una a una las acusaciones en su contra y defendieron su inocencia. Sin embargo, todo resultó insuficiente para modificar la conducta de un jurado arbitrario presidido por el juez Webster Thayer, del fiscal Frederick Katzmann y del gobernador Alvan Tufts Fuller, insensibles a los argumentos de los acusados, de su defensa y a las protestas y reclamos que le llegaron de los cinco continentes. En todas partes del mundo se realizó una gran campaña de agitación y de solidaridad para » salvar la vida de Sacco y Vanzetti» a través del Comité Internacional de Defensa. Hubo manifestaciones, petitorios, ayunos, huelgas y atentados contra las embajadas y empresas norteamericanas. En Uruguay, hubo mucha movilización y convocados por las centrales obreras USU y FORU, hubo paros generales el 9 y 22 agosto de 1927.

Cincuenta años después, en 1977, el proceso que los condenó a morir en la silla eléctrica fue revisado y les fue reconocida su inocencia.

Similar situación a la de Sacco y Vanzetti vivieron, también en los Estados Unidos de Norteamérica, los mártires de Chicago. Fueron condenados por una Suprema Corte de Justicia arbitraria en un juicio fraudulento y cuatro de ellos murieron ahorcados en la cárcel de Chicago el 11 de noviembre de 1887. El joven Louis Linng, de 22 años también condenado a la horca, apareció muerto en su celda el día anterior. Pocos años después, en 1893, el nuevo gobernador del Estado de Illinois rectificó la condena. Luego de una exhaustiva investigación, John Altgeld determinó que » el Jurado que juzgó el caso fue escogido y formado con la intención manifiesta de que condenase a los reos» y como consecuencia liberó a los tres condenados que aún estaban presos: Samuel Fielden, Oscar Neebe y Michel Schwab.

El caso Sacco y Vanzetti, que constituyó una nueva expresión de injusticia en un país que se consideraba a sí mismo líder de la democracia, fue llevado al cine en 1971 por Giuliano Montaldo con la actuación de Gian María Volonté y Ricardo Cucciolla. La música de la Balada de Sacco y Vanzetti es de Ennio Morricone y la letra e interpretación de la cantautora Joan Báez.

 

Los comienzos de la infamia

La década de los 20 marca para los EEUU el triunfo de los republicanos bajo la consigna del «retorno a la normalidad», lo que significaba el regreso a los principios de puritanismo, liberalismo y nacionalismo. Después de una corta participación en la primera Guerra Mundial, que colocó al país en una situación dominante a nivel mundial, se abrió una era de administraciones conservadoras que se extendieron hasta 1933: Warren Harding (1920 – 1923), Calvin Coolidge (1923 – 1929) y Herbert Hoover (1929 – 1933).

El «retorno a la normalidad» implicó un período de persecución xenófoba que utilizó la revolución bolchevique de 1917 y la ola de huelgas de 1919 como argumentos para una política intolerante hacia los portadores de ideologías consideradas peligrosas. El fortalecimiento del nacionalismo se expresó en el freno a la inmigración a través de las actas de 1921 y 1924 que restringieron el ingreso de extranjeros. Asimismo se implantó la ley seca, símbolo del creciente puritanismo y se reorganizó el Ku Klux Klan que desplegó una práctica racista dirigida ahora también, contra los inmigrantes.

Fue en este contexto que se desarrolló la peripecia de Sacco y Vanzetti: extranjeros, anarquistas y pobres.

En la media tarde del 15 de abril de 1920 el pagador de la fábrica Rice & Hutchins de calzados y su ayudante fueron asaltados y muertos en South Braintree, estado de Massachussets. La policía no pudo apresar a los salteadores, pero alentada por una opinión pública conservadora y temerosa del «avance de los rojos», comenzó a detener a izquierdistas, sindicalistas e inmigrantes pobres. A comienzos de mayo de ese año fueron arrestados por la policía, cuando viajaban en un tranvía de Bridgewater a Brockton, los trabajadores inmigrantes italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Estaban armados, habían intentado alquilar un automóvil, eran inmigrantes pobres y conocidos agitadores de izquierda … todo eso los hizo más que sospechosos para los agentes de Inteligencia de la policía, jueces, gobernadores y propietarios de los grandes diarios. Al poco tiempo, ambos activistas sociales y militantes de izquierda fueron acusados de ese doble crimen y condenados a muerte. Unos días antes de la detención, otro anarquista, el tipógrafo Andrea Salsedo, cayó desde un décimo cuarto piso. Había estado ocho meses preso y fue sometido a brutales torturas. La duda quedó instalada: ¿Salsedo se tiró o lo tiraron?

Durante el largo proceso no sólo no pudo probarse la culpabilidad de Sacco y Vanzetti, sino que, por el contrario, quedó evidenciada su inocencia, especialmente por la declaración del joven asaltante portorriqueño Celestino Madeiros, un integrante de la banda que participó en el robo y en el enfrentamiento trágico con los guardias de seguridad, que se declaró culpable del hecho.

Inmediatamente después de la detención y el juicio a Sacco y Vanzetti en base a acusaciones infundadas con testigos chantajeados y presionados, el caso tomó estado público y comenzó a ser una cuestión debatida regularmente en las asambleas obreras y en las organizaciones sociales y políticas. Eran épocas de mucha comunicación entre los organismos sindicales mundiales, de decidida solidaridad internacionalista y de denuncia de los «crímenes de la burguesía». Se vivían tiempos de desocupación, de malas condiciones de trabajo y de mucha agitación política. El desenlace de la primera Guerra Mundial con su secuela de frustraciones por un lado y sobre todo el reciente triunfo de la revolución rusa generaba expectativas en amplios sectores de trabajadores sobre la posibilidad de avances sustanciales en la lucha «contra la explotación capitalista y el imperialismo yanqui» y en la conquista del socialismo y la libertad.

El caso Sacco y Vanzetti tomó tal notoriedad que estuvo siempre presente en las crónicas y editoriales de la prensa sindical y en la plataforma de lucha de los gremios y centrales obreras. También las organizaciones políticas de izquierda y los sectores progresistas se manifestaron decididamente solidarios con la lucha internacional por salvar sus vidas.

Durante algún tiempo, viendo el enorme apoyo que recibían de los sectores democráticos y progresistas de la comunidad internacional, también dentro de los Estados Unidos, reinó un cierto optimismo en cuanto a la posibilidad de que recuperaran la libertad.

Anatole France, André Gide, Albert Eisntein, Marie Curie, Romain Rolland, George Bernard Shaw y miles de intelectuales y científicos firmaron manifiestos, proclamaron su inocencia y exigieron su liberación.

Sin embargo, todo lo mucho y bueno que se hizo mundialmente no fue suficiente, la suerte de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti estaba echada, la decisión tomada y marcharon a la silla eléctrica en agosto del 27.

 

Proceso fraudulento

El gobernador Fuller del Estado de Massachussets no hizo lugar a la solicitud reiterada en más de una oportunidad de la defensa de Sacco y Vanzetti y ambos fueron notificados de la condena a la pena de muerte por homicidio en primer grado y que serían ejecutados en la silla eléctrica el 11 de agosto de 1927. El gobernador Fuller, enfáticamente afirmó: » Al igual que el Jurado creo que Sacco y Vanzetti son culpables … el proceso se ha desarrollado con toda corrección y no existe ningún motivo atendible para un nuevo juicio … En consecuencia, se los ejecutará …«.

Se pidió insistentemente la revisión de la causa con apelaciones a la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos. Esas peticiones no tuvieron andamiento, fueron escuchadas pero todas denegadas.

Finalmente, la condena fue ejecutada luego de que pasaron 7 años, 3 meses y 18 días desde la detención en mayo de 1920.

 

Repercusiones en Uruguay

Cuando a comienzos de la década de 1920 se produjo la detención y el inicio del fraudulento proceso judicial contra Sacco y Vanzetti el movimiento sindical uruguayo ya era portador de una larga y rica trayectoria de internacionalismo y solidaridad con los trabajadores y en contra de los atropellos de las patronales, gobiernos reaccionarios y fuerzas de la represión. Montevideo fue de las pocas ciudades de América Latina donde se conmemoró el primer 1º de Mayo en 1890 cuando se convocó a la » huelga universal y a protestar contra la explotación del hombre contra el hombre» con un acto en la Cervecería Giambrinus, en 18 de Julio y Olimar. En las décadas siguientes se intensificaron las acciones solidarias con los trabajadores de otros países en lucha por su emancipación social, cultural, política y económica. En 1909 hubo concurridas y agitadas jornadas de denuncia de la brutal represión a los manifestantes el 1º de Mayo en Buenos Aires y especialmente contra la ejecución del maestro Francisco Ferrer y Guardia. El 13 de octubre de 1909, a la hora en que el fundador de la Escuela Moderna iba a ser ejecutado en el Castillo de Montjuich en Barcelona, se organizó una gran concentración en la capital uruguaya convocada por las sociedades obreras, los anarquistas, liberales y socialistas y con la participación de estudiantes, docentes y autoridades de la Universidad que culminó con un acto en la Plaza Constitución. El acto contó con la presencia de más de 10 mil personas e hicieron uso de la palabra en las varias tribunas instaladas: Belén de Sárraga, Emilio Frugoni, Adrián Troitiño, Angel Falco y las agitadoras anarquistas Juana Buela y Virginia Bolten. Las movilizaciones prosiguieron en los días siguientes. El 17 se realizó otra manifestación de solidaridad que partió de Plaza de Cagancha al Muelle Maciel, encabezada por un cartel con la leyenda : protesta del pueblo uruguayo. Finalizado el acto una parte de los presentes se dirigió a la Embajada española ubicada en 25 de Mayo y Treinta y Tres en la Ciudad Vieja. Hubo forcejeos e intercambio de golpes y piedras con la Policía y resultaron heridos varios trabajadores y unos cuantos agentes del Escuadrón de Seguridad de la Policía de Montevideo, dirigida por el coronel West. Decenas de trabajadores fueron detenidos y conducidos a la cárcel correccional de la calle Yi. En los días siguientes se intensificaron los controles y los allanamientos a los domicilios de los activistas acusados de ser los promotores de la protesta. Los sindicalistas e intelectuales de origen inmigrante fueron los más perseguidos. La más buscada fue Juana Buela, oradora en el Muelle Maciel y directora del Periódico La Nueva Senda, junto a Virginia Bolten, María Collazo, Adrián Troitiño y Mariano Barrajón.

Así también, durante los 7 años que duró el proceso contra Sacco y Vanzetti, sus alternativas tuvieron una amplia difusión en todo el Uruguay, tanto en Montevideo como en el Interior, y se sucedieron las conferencias, manifestaciones y envío de cartas a la Justicia y al presidente de los Estados Unidos. A través de las radios y los diarios, la opinión pública estuvo al tanto de las idas y venidas. A medida que se aproximaba el desenlace del juicio aumentó la denuncia y la agitación callejera y se coordinaron esfuerzos con el comité internacional de solidaridad.

En agosto de 1927 se desarrollaron dos paros generales en Montevideo con repercusiones en el interior del país, en solidaridad con Sacco y Vanzetti y contra los manejos arbitrarios del jurado que los condenó a morir en la silla eléctrica. Estos paros fueron convocados por las centrales sindicales USU y FORU y contaron con el apoyo de organizaciones sociales, culturales, políticas y sectores de la Universidad y de la intelectualidad.

A comienzos de agosto de 1927 se conoció la ratificación de la ejecución que fue fijada inicialmente para el día 11.

La solidaridad internacional tensó filas y comenzaron acciones desesperadas para salvar la vida de Sacco y Vanzetti. En Uruguay, a iniciativa de las centrales obreras Unión Sindical Uruguaya – USU (anarcosindicalista con presencia de comunistas) y Federación Obrera Regional Uruguaya – FORU (anarquista) se conformó un ámbito de coordinación que instrumentó una plataforma y un plan de movilización con la realización de un paro general.

El domingo 7 de agosto la USU convocó a una manifestación por el centro de Montevideo que culminó con un concurrido acto en Plaza Independencia donde se vivó a Sacco y Vanzetti, se gritó contra el imperialismo yanqui y se cantó La Internacional. En las tribunas participaron representantes de todas las tendencias sindicales clasistas y de las organizaciones políticas que apoyaban la campaña para salvar la vida de los dos anarquistas: los sindicalistas López, Juan Llorca, Joaquín Hucha y Roberto Cotelo, el doctor Emilio Frugoni, Montaldo, el estudiante Alberto Sabaithé del Liceo Nocturno, Carreño y María Collazo, entre otros.

La movilización continuó el lunes 8 de agosto con la realización de un paro general que recibió un gran respaldo de los trabajadores y de la ciudadanía en general. En Montevideo, la paralización fue prácticamente total en horas de la tarde. También hubo paro obrero en Mercedes, en San José, Rivera, Juan Lacaze, Canelones y en otros lugares del interior del país. En la Cámara de Diputados se discutió la situación de Sacco y Vanzetti y se envió al presidente de los Estados Unidos el pedido de conmutar la pena.

 

La ejecución fue aplazada para el martes de 23 de agosto.

El día anterior, lunes 22, nuevamente la USU y la FORU convocaron a un paro general plegándose a la gran campaña internacional de solidaridad con los condenados y de censura a la justicia norteamericana. La adhesión al paro obrero fue importante aunque no alcanzó la extensión del realizado el lunes 8 porque no se pudo lograr la participación del gremio de los tranvías. Por la noche en Plaza Independencia se organizó un mitin que contó con la presencia bullanguera de cientos de trabajadores.

La noticia de la ejecución de Sacco, Vanzetti y Madeiros en los primeros minutos de la madrugada del martes 23 de agosto de 1927, luego de que fuera denegado el pedido de hábeas corpus formulado por la defensa, fue ampliamente presentada en la prensa Uruguay a través de las crónicas de las agencias internacionales y notas editoriales. *

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