Efraín Olivera, el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) en Uruguay

"Los años más útiles de mi vida"

«El año 1983 lo recuerdo como uno de los años más útiles de mi vida. También uno se siente feliz cuando es útil. He tenido felicidad en otros años de mi vida, pero en ese momento me sentí muy útil por circunstancias que no elegí», narra Efraín Olivera, uno de los fundadores del Serpaj uruguayo

Olivera recuerda que todo comenzó luego de 1980, cuando la dictadura fue derrotada por un rotundo NO en el plebiscito constitucional con el que pretendía legitimarse y, leyendo el diario El Día, supo que se había otorgado el Premio Nobel de la Paz al argentino Adolfo Pérez Esquivel.

El trabajo por los derechos humanos de Pérez Esquivel en Serpaj de Argentina, le inspiró a intentar formar algo similar en Uruguay y la idea comenzó a plasmarse cuando el sacerdote jesuita Luis Pérez Aguirre, «Perico», recibió desde el vecino país una propuesta formal para hacer un Serpaj-Uruguay.

Un grupo de doce personas encabezó el inicial equipo de trabajo que, bajo la inspiración cristiana ecuménica de Serpaj, se relacionó con distintas organizaciones sociales y religiosas en su lucha por los derechos humanos y la paz, mediante metodologías no violentas y la denuncia internacional.

En una vieja casa, cedida por las Hermanas Misioneras de la Iglesia, en la calle General Flores, por el barrio Cerrito, se recibió a la gente de Serpaj Argentina y comenzó a organizarse la primera acción pública: una jornada de apoyo a los familiares de los uruguayos desaparecidos en Argentina.

Semejante actividad, en plena dictadura, se concretó en la Parroquia Jackson. No se pidió autorización, no hubo una prohibición, pero toda la reunión fue grabada y sus protagonistas fotografiados descaradamente por los servicios de inteligencia. Serpaj Uruguay había nacido y lo importante era que sobreviviera.

 

«Cuando se juntan…»

La nueva organización social se transformó en vocero de temas prohibidos y denunciante de quienes no podían expresar sus problemas: hizo jornadas por la Paz en El Salvador, sobre la guerra en las Malvinas y una actividad que titularon «No matarás, ni con hambre, ni con balas».

La presencia de Serpaj no tardó en comenzar a molestar a la dictadura. Apenas se posibilitó por ley la asociación sindical por empresas, editaron una historieta que se llamaba «Cuando se juntan los Pereira», ideada como una herramienta de organización de los trabajadores hacia el 1º de mayo de 1983.

En julio de 1983, el Serpaj tuvo su misión más difícil. Un grupo de estudiantes vinculados a la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) fue detenido, salvajemente torturado y encarcelado. Serpaj emitió una declaración titulada «Ante el flagelo de la tortura» que denunció la situación en el exterior.

Serpaj quedó en la mira de los represores y trascendió que buscarían la manera de clausurar su funcionamiento, por lo cual decidieron hacer su actividad más importante: un ayuno hasta el Día de la Independencia, 25 de agosto, que denominaron «Un Día de Reflexión Nacional».

Los sacerdotes Perico Pérez Aguirre y Jorge Osorio iniciaron el ayuno el 11 de agosto y a ellos se sumó el pastor Ademar Olivera. El hecho tuvo repercusión mundial. La policía rodeó la casa y prohibió que se entrara al lugar. Más de 200 personas fueron arrestadas y presas en el Cuartel de Granaderos.

El día 25 se cerró el ayuno con un gran apagón voluntario y «música» de cacerolas. Pocos días después, la dictadura prohibió el funcionamiento de Serpaj y se incautaron todas sus pertenencias. El grupo convocó a varias personalidades que luego formaron la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

 

Aquella «interchorizada»

Junto con el ayuno se hicieron, paradójicamente, comidas. Los protagonistas o adherentes de aquella protesta se reunían en la sede del Club La Estacada en la calle Ellauri. Preparaban «choripanes», por lo cual las reuniones se llamaron la «interchorizada». Fue el origen de la «intersocial» que funcionó aquel año.

El Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT), la Asociación Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública (Asceep) y delegados de todos los partidos políticos comenzaron a coordinar acciones. A esa intersectorial fue integrado, como miembro pleno el Serpaj, pese a su proscripción.

La intersectorial fue quien terminó organizando la multitudinaria concentración frente al Obelisco. Efraín Olivera estuvo en aquel estrado que tuvo enfrente aquel «río de libertad», como denominó Antonio Dabezies la histórica fotografía de José «Pepe» Plá que iluminó la portada del semanario Aquí.

Serpaj siguió desde entonces siendo uno de los protagonistas sociales de la historia uruguaya.

En 1984 serían los primeros en llegar a San Javier cuando el asesinato por torturas del médico Vladimir Roslik, que denunciaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Condecorado con el Premio a la Paz que otorgaba Diakonia-Acción Ecuménica, Serpaj también sería participe de la creación y trabajo de la Concertación Nacional Programática (Conapro) que integraron los partidos políticos, el PIT, Asceep y Fucvan.

Serpaj fue legalizado en uno de los primeros decretos del gobierno electo en 1985. Desde entonces ha continuado su trabajo en defensa de los derechos humanos sobre los cuales publica un informe anual. Fueron y son hoy parte de la Comisión pro Referéndum contra la ley de caducidad.

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