Informe de Serpaj de 1989

Condiciones de detención

Sin desmedro de todo el análisis psicólogico y sobre la personalidad de Nibia Sabalsagaray «parece inevitable la necesidad de examinar las condiciones de estas detenciones, es decir, qué trato recibían los detenidos en aquel tiempo, a los efectos de unir a la persona con la circunstancia concreta que se le imponía una vez consumada su detención», dice el informe.

Los peritos se basaron así en el «Informe sobre la violación a los Derechos Humanos» elaborado por el Servicio Paz y Justicia Uruguay en 1989, donde en la página 153 afirma que cada detenido era sistemáticamente encapuchado como primera medida.

El informe de Serpaj explica el encapuchamiento como una forma de que «los detenidos no individualizaran a sus torturadores. Prácticamente todos fueron encapuchados o, en su defecto, vendados. El procedimiento comenzaba en el momento mismo de la detención, para impedir que el preso ubicara el lugar al que era conducido, con lo que muchos de ellos fueron encapuchados en presencia de sus familias o vecinos. Podía durar varios meses».

La descripción de Serpaj coincide con los relatos de Antonia Yáñez, Francisco Laurenzo y Daniel Mesa, dice la autopsia. Este último narró «que permaneció durante varios meses con la capucha y siempre bajo estricta vigilancia. Agrega que no podía quitársela en ningún momento, al punto que: ‘comíamos con la capucha puesta'», dice. Los testigos sostuvieron ante los peritos que «no era posible gesto autónomo alguno por parte del detenido en esas condiciones». El encapuchamiento «producía efectos fisiológicos graves cuando se extendía durante un largo tiempo», así como «provocaba serias consecuencias psicológicas, dado que colocaba al detenido en una situación de insondable indefensión y de extrema vulnerabilidad», consideró el informe.

«El paso siguiente consistía en el ‘plantón': el detenido debía mantenerse de pie, encapuchado, muchas veces desnudo y a la intemperie, con los brazos en alto y las piernas bien extendidas por espacio de horas o días. Si el detenido caía o procuraba descansar, era invariablemente golpeado. Eso implica decir que éste está siempre bajo vigilancia. Nunca estaba solo», sostiene.

En el plantón «se empleaban métodos de tortura extremadamente crueles con el aparente fin de obtener información, (golpes de todo tipo, hambre, sed, picana eléctrica, submarino o tacho, entre otros)», describe el informe.

 

LA VERSION  OFICIAL

La autopsia «oficial» de la Dictadura cívico-militar sobre la muerte de la joven Nibia Sabalsagaray, el 29 de junio de 1974 en el Batallón de Comunicaciones Nº 1, «certificó» como causa de la muerte «el suicidio», aunque sus familiares y amigos descreyeron desde siempre este dictamen.

Los militares entregaron el féretro «a cajón cerrado» y con la orden de que «no se abriera».

Ante la «prohibición» Francisco «Paco» Laurenzo recurrió al actual intendente de Canelones, Marcos Carámbula para realizar «una nueva autopsia». Carámbula comprobó así las huellas de la tortura. Los golpes sufridos por la joven, durante su detención, eran evidentes.

La versión cobró más fuerza el pasado 25 de junio. El ex preso político Raúl Pittaluga, detenido en el Batallón de Comunicaciones cuando se sustanció la muerte de Sabalsagaray, reveló ante la Justicia una frase reveladora. El testigo recordó que un guardia se aproximó al vagón en el que se encontraba junto a otros militantes políticos y dijo: -«Ayer mataron a una compañera de ustedes. Parece que al ‘cabeza’ (Miguel) Dalmao se le fue la mano».

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