DOCUMENTO. Testimonio del 7 de abril de 1986, ante la Investigadora sobre los asesinatos de Michelini y Gutiérrez Ruiz

Haydeé Trías:"Mato me dijo, yo lo rematé y era mi mejor amigo"

El testimonio de Trías fue «filtrado» al diario El País y publicado. Al violarse el secreto, la comisión legislativa fue clausurada.

Lo que sigue es un resumen de la versión taquigráfica de la sesión, del 7 de abril de 1986, que recibió el testimonio de la enfermera:

«COMISION INVESTIGADORA SOBRE SECUESTRO Y ASESINATO PERPETRADOS CONTRA LOS EX LEGISLADORES HECTOR GUTIERREZ RUIZ Y ZELMAR MICHELINI

Sesión del día 7 de abril de 1986

(Testimonio de la señora Haydeé Trías)

SEÑOR PRESIDENTE (Machiñena) – Está abierta la sesión.

Damos la palabra al señor Diputado Fau a efectos de que explique los motivos de esta citación.

SEÑOR FAU – Días pasados, directivos del Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay, conocido como IELSUR ­institución que brega por la vigencia de los derechos humanos y que tiene sede en Montevideo­ me entrevistaron y me exhibieron el original de una declaración hecha en Montevideo el 13 de noviembre de 1985, en la que una persona declaraba tener conocimiento de hechos referidos a lo que esta Comisión investiga. La trascendencia del contenido de ese documento me llevó a pedirles no la entrega del mismo, sino una fotocopia y les solicité que hicieran las gestiones que creyeran del caso para confirmar si la persona que ahí declaraba estaba dispuesta a sostener ese testimonio en el seno de la Comisión. Los directivos de IELSUR que me habían entrevistado hicieron esas gestiones.

La persona que declara manifestó su voluntad de acceder a la Comisión estableciendo que únicamente aspiraba a ser citada en forma escrita, cosa que así hizo la Comisión por decisión de sus integrantes. Todos comprendimos la importancia que este documento tenía.

Si la Mesa me lo permite, voy a comenzar dando lectura a este documento para preguntar luego a la testigo…

Reitero que, una vez en presencia de la testigo, la sesión de hoy tiene que arrancar con la confirmación o no de su declaración, porque de ratificarse en lo manifestado, la sesión tomará determinado cauce o, en caso contrario, en qué medida estamos ante un testigo que manifiesta algo distinto de lo que figura en el documento original.

En consecuencia, vamos a dar lectura a lo que usted declaró ante dos profesionales, y de ser cierto lo que aquí dice, usted luego lo manifestará.

El documento que obra en nuestro poder dice: «Montevideo a los trece días del mes de noviembre de 1985, HAYDEE TRIAS, oriental mayor de edad, Cédula de Identidad 1.241.393/4, DECLARA: I. Que a fines de mayo de 1976, JULIANA DE SARRO, persona de mi conocimiento y amistad, me llamó por teléfono para citarme al apartamento del Teniente Coronel ROBERTO O ALBERTO MATO («el burro») sito en Pocitos. Allí el oficial me recibió y estaba con una pistola en la mano. Juliana me dijo, que Mato su compañero, estaba desequilibrado, muy nervioso y en tratamiento médico porque había asesinado al Senador Michelini. Después el Teniente Coronel Mato me dijo, a la declarante, que estaba muy mal porque era amigo de Zelmar Michelini y lo había matado. Que le habían ofertado una importante suma de dinero en dólares para ejecutarlo. Con lo cual pagó cuentas y compró una casa para su madre. II. Que Mato había ido a Buenos Aires con Cordero a buscar a Zelmar Michelini para matarlo. Lo fue a buscar a donde lo tenían secuestrado, salieron juntos, conversaron, tomaron copas y después lo mató de un balazo en la cabeza, luego de decirle que quedaba libre. Estaban dentro de un automóvil. III. Que Mato tenía en la casa un mural con dos armas de fuego cruzadas en fondo de terciopelo negro con la leyenda «en honor al mérito» y con la fecha de la muerte de Michelini. IV. Que solicito la certificación notarial de mi firma. ENTRE LINEA: o ALBERTO, había, VALEN. Y firma Haydeé Trías. Octavio Carcen. Fernando Urioste.

La pregunta es si la testigo se ratifica de lo que dice en este documento.

SEÑORA TRIAS – Exactamente, me ratifico. Y voy a decir otra coas: el nombre/es Pedro Mato; es capitán. Ahí figura una salvedad en el nombre porque yo lo conocí por el seudónimo. El nombre de él es Pedro Mato (figura Mattos, en la versión del Parlamento), Capitán de Coraceros. En este momento es Capitán.

SEÑOR FAU – Por ahora es lo que tenía que manifestar.

SEÑOR GARCIA – Sin perjuicio de que la testigo en su nota se ha manifestado en forma muy clara, creo que los integrantes de esta Comisión debemos formularle algunas preguntas, por lo menos para clarificar algunas dudas que todos podemos tener.

La primera pregunta es si la testigo tenía conocimiento de la constitución y actuación de esta Comisión; es decir, si sabía que tenía una Comisión Investigadora a nivel del Parlamento, y cuándo tuvo ese conocimiento.

SEÑORA TRIAS – Yo, cuando empecé con esto, o sea, cuando manifesté mis primeras inquietudes ­las inquietudes las tuve en el primer momento­, cuando pude hablar, fue cuando me comuniqué con la gente de Derechos Humanos en el Hospital de Clínicas, porque soy funcionaria del Hospital. Ahí me contactaron con SERPAJ, y SERPAJ me dijo que había una Comisión Investigadora. Yo no sabía la fecha de la muerte de Michelini; no había leído nada. Yo lo que sabía lo sabía por mi información, o sea, por lo que declaro. No sabía que se había formado ya una Comisión Investigadora. Eso me lo informaron en SERPAJ, Servicio de Paz y Justicia.

SEÑOR GARCIA – ¿Cuándo fue eso?

SEÑORA TRIAS – En setiembre, más o menos, de 1985.

SEÑOR GARCIA – Usted acaba de decir: cuando pude hablar. ¿Usted tuvo algún impedimento?

SEÑORA TRIAS – No, pero creo que no había condiciones en épocas pasadas, doce años, que no se podía mucho.

SEÑOR GARCIA – ¿Qué persona dijo que la había invitado a concurrir al apartamento del señor Mato?

SEÑORA TRIAS – Juliana De Sarro, que es la madrina de bautismo de mi hija menor y esa señora estaba casada con otro oficial, que no conozco nada de él.

SEÑOR GARCIA – ¿Cómo es el nombre de la persona?

SEÑORA TRIAS – Juliana De Sarro. Estaba casada con un oficial y mantenía relaciones con el teniente coronel Cordero, y también tenía relaciones con Mato. Esa señora tiene una hija, que es hija de Cordero. También tenía relaciones con Mato.

SEÑOR GARCIA – ¿Usted escuchó en alguna oportunidad con sus propios oídos hacer esa especie de confesión al señor Mato, o sabe lo que manifestó por boca de esa señora?

SEÑORA TRIAS – No; él me lo dijo a mí y ella estaba presente. Fue una conversación entre los tres. No, no es que me haya dicho o que ella me lo haya dicho; hablamos entre los tres.

SEÑOR GARCIA – ¿Eso en qué año fue?

SEÑORA TRIAS – En el 76, a fines de mayo.

No es una conversación que ella haya tenido de mujer a mujer. Me llamaron a mí como un recurso porque él estaba emocionalmente shockeado; estaba mal. Entonces, ella recurrió a mí por el conocimiento que tengo, por lo que puedo saber de psicología y de apoyar a una persona y confrontarla en un momento…

SEÑOR GARCIA – ¿Qué conocimientos tiene usted de psicología?

SEÑORA TRIAS – Los suficientes que pueda haber adquirido en la práctica, los que pueda haber leído en teoría y soy enfermera, y además, tengo veinte años trabajando profesionalmente.

SEÑOR GARCIA – ¿Esta señora la llamó a usted para auxiliar al señor Mato?

SEÑORA TRIAS – Yo no pienso que me haya llamado, como profesional, para arreglar el asunto, sino para que lo confrontara, porque tenía confianza en mí, ella al menos, en que yo podía ayudarlo o hacer algo por él o algo que no estaba en la mano de ella hacer.

SEÑOR GARCIA – ¿Conoce el domicilio actual de la señora De Sarro?

SEÑORA TRIAS – Sí, señor.

SEÑOR GARCIA – ¿Tiene algún indicio que le permita afirmar si ella estaría dispuesta a declarar?

SEÑORA TRIAS – Justamente. Me interesó muchísimo que se me haya llamado en este momento porque yo no la había visto nunca m
ás a esta señora. Esta señora apareció en casa después que me llegó la citación. Entonces, ahí surgió algo bastante raro, porque habló conmigo, habló de cosas triviales y después entró de lleno de hablar del asunto: Mato, Cordero, Mato, Cordero. Después me dijo que se iba a quedar en casa y, entonces, en la mitad de la noche, abrió la puerta y se fue. Al otro día cuando llegué a trabajar ella estaba internada en el Hospital de Clínicas, en Emergencia, se había intentado matar, se había intoxicado.

SEÑOR GARCIA – ¿Cuándo fue eso?

SEÑOR TRIAS – Eso fue ahora. Me citaron creo que el jueves o el viernes y fue al día siguiente. Yo eso no sé si a usted se lo comuniqué, pero le comuniqué a SERPAJ que había pasado eso. Yo toqué eso, porque me preguntaban…

SEÑOR GARCIA – Y, en el día de hoy, ¿dónde está y en qué condiciones está esa señora?

SEÑORA TRIAS – Esa señora ahora está en la casa. La dieron de alta y está en su casa. Hoy, ¿es lunes? Esta señora…

SEÑOR GARCIA – Ella intentó matarse y, ¿en qué forma?

SEÑORA TRIAS – Sí.

SEÑOR GARCIA – ¿En qué forma intentó matarse?

SEÑORA TRIAS – Se intoxicó con sicofármacos; estuvo internada en Emergencia del Hospital de Clínicas.

Precisamente, yo no quiero desviarme del tema de la pregunta que usted me hizo.

Usted me preguntó si esa señora estaría dispuesta a declarar. Esa señora…, o sea ella está implicada del otro lado en el asunto. Yo la veo muy conflictuada. Ella intentó saber en qué estaba yo y yo le dije que no había pasado nada, que me habían hecho preguntas y que quedó todo así. Yo le hablé francamente y le dije: «¿No te serviría para este momento que estás pasando, enfrentar, que hay una Comisión, y hablar? tú no vas a acusar ni a ofender a nadie, sino explicar tu situación, porque sabés que yo te nombré y que te he nombrado, que tu nombre está escrito». Y ella me dijo: «Yo no tengo ningún inconveniente en comparecer; no sé de qué les puede servir, pero no tengo ningún inconveniente en comparecer». Y agregó: «Yo no voy a favorecer a nadie».

SEÑOR GARCIA – Lo cierto y lo concreto es que usted a fines de mayo del año 1976 escuchó de boca del señor Mato y no por boca de esta persona que él había asesinado al señor Michelini.

SEÑOR TRIAS – Sí; él me lo dijo a mí misma.

SEÑOR FAU – Antes de continuar, conviene aclarar un aspecto. Señor Secretario, ¿qué día la señora recibió la citación?

SEÑOR SECRETARIO – El día viernes 3 a las 21 y 30 fue notificada en forma personal.

SEÑOR FAU – ¿Y ella la visitó esa misma noche?

SEÑOR TRIAS – Sí, creo que fue el viernes de noche; ese mismo día. Fue una coincidencia increíble.

SEÑOR FAU – Y esa acción…

SEÑORA TRIAS – Fue el mismo sábado. Cuando yo fui de mañana a trabajar ella estaba internada en Emergencia.

SEÑOR FAU – Por lo cual consta ahí, en el Hospital de Clínicas.

SEÑORA TRIAS – Por supuesto, ¡cómo no va a constar que estuvo internada!

SEÑOR GARCIA – ¿Cómo sabía esa persona que usted era la testigo, cuando se ha mantenido en el más absoluto secreto?

SEÑORA TRIAS – No, ella no sabía que yo era la testigo ni sabe tampoco. No, lo que ella sabía es que yo estaba en SERPAJ y que SERPAJ estaba interesado en esta investigación.

No, ella no sabe para nada que yo era la testigo. Yo supongo que no sabe, no quiero…

SEÑOR GARCIA – Es decir que ella fue a su casa, según usted expone, cuando se enteró de que usted estaba en SERPAJ, pero no como citada por la Comisión.

SEÑORA TRIAS – Yo no puedo saber a qué fue ella a mi casa ni qué tenía ella en su pensamiento. Eso es lógico. Pero que ella fue a mi casa para ver qué podía interrogar y qué podía sacar, eso era aplastante, porque la conversación derivó sólo en ese tema.

Ella estuvo hasta las tres de la mañana hablando.

(…)

SEÑOR PRESIDENTE – ¿Ella la llamó a su casa? ¿a la casa de ella?

SEÑORA TRIAS – Ella me llamó al Hospital en plena guardia, en la mitad de la guardia. Me llamó al Hospital de Clínicas y me dijo: «Tomate un taxi, venite a esta dirección». (No puedo recordar la dirección; era en Pocitos, pero por más que pienso no la puedo recordar) «que estoy con el ‘Burro'» (como decía ella) «que se siente muy mal. Vení para acá». Yo le pregunté: «Pero, ¿necesitás que lleve algo?». «No, no, queremos conversar contigo no más, porque estamos muy amargados, estamos muy preocupados».

SEÑOR PRESIDENTE – Usted ya sabía que ella mantenía relaciones con el señor Mato…

SEÑORA TRIAS – Sí.

SEÑOR PRESIDENTE – … simultáneamente con el señor…

SEÑORA TRIAS – Cordero. Sí.

SEÑOR PRESIDENTE – … Cordero.

SEÑORA TRIAS – Sí, sí.

SEÑOR PRESIDENTE – Entonces, usted se dirige a la casa…

SEÑORA TRIAS – A esa dirección que ella me dijo. Recuerdo que me dijo: «Tomate un taxi que te lo pagamos acá». Yo fui a esa casa; le di la dirección al taximetrista y fui.

Era un edificio, toqué timbre abajo y por el portero eléctrico no me contestaban. insistí y ella contestó; él no contestó. Entonces me dijo: «Te abro la puerta, entrá y cerrá enseguida», la puerta de abajo. Era en planta baja, me acuerdo que el apartamento era la segunda puerta. Al llegar a la puerta, toco timbre y tampoco me abren, cuando insistí, toqué con los dedos y dije: «Soy yo», entonces, abrió ella la puerta y él estaba detrás de la puerta con un revólver, así, con el revólver en la mano derecha, atrás de la puerta, hizo un movimiento, se corrió y se rió. Se sentó, se sirvió un whisky, se puso a conversar. Entonces, yo le pregunté a Juliana: «¿Qué pasa?».

Y ella me empezó a decir: «No, que está traumado, que tiene un problema, que no sabíamos qué hacer, que él se siente mal, que no quiere comer, que tiene…», no sé cuántos problemas más. Entonces yo… No es que yo la haya interrogado ni que ella haya insistido, sino que ellos me llamaron o ella me llamó, no sé si era para descargar con alguien o para qué. Yo recuerdo que no les pregunté nada, porque además yo no sabía nada, ni de la muerte de Gutiérrez Ruiz, ni de Michelini; yo no sabía nada en ese momento.

SEÑOR PRESIDENTE – ¿Usted no estaba enterada?

SEÑORA TRIAS – De nada, absolutamente nada. Yo estaba apartada de eso en ese momento. Yo estaba dedicada a trabajar, estaba en el problema de que el Hospital había sido intervenido recién, que estaba el coronel Boix. Para mí estaba todo bien, yo estaba en una casa nueva a la que me había ido con mi hija menor y estaba iniciando otra vida. Estaba completamente apartada de todo. Y ella me dijo eso. Y es más: no quiero extenderme en la pregunta que usted me hizo, pero ellos no me nombraron a más nadie que a Michelini. Me dijeron a Michelini, no me nombraron ni a Gutiérrez Ruiz ni que había otras personas ni nada. Me dijeron que había matado a Michelini. Eso es lo que yo quiero hacer hincapié, porque eso es lo que yo misma reconozco que es algo –ahora que estoy enterada de cómo fueron las cosas– que discrepa un poco con el resto. Ellos me hablan de Michelini en particular. Ahora en este momento no; pero en aquel momento, sí sólo de Michelini me hablaron. Ahora en este momento ella me habló y habla como que es concreto, que Gutiérrez Ruiz, que Michelini. Los nombra como si estuvieran en un libro de historia, pero en aquel momento me hablaron solamente de Michelini.

SEÑOR PRESIDENTE – Ella ahora habla de Michelini y de Gutiérrez Ruiz, ¿pero también lo vincula al capitán Mato como que hubiera sido el homicida?

SEÑORA TRIAS – Ella me contestó como con ironía cuando yo le dije abiertamente: «Pero ¿fue Mato quien mató a Michelini?» Ella me contestó con ironía y me dijo: «El torturador es Cordero», me dijo ella.

SEÑOR RIJO – ¿Cómo?

SEÑORA TRIAS – «El torturador es Cordero», me dijo ella. «Es ‘Manucho'», como dice ella. Ella me dijo: «El torturador es ‘M
anucho'».

SEÑOR PRESIDENTE – ¿»Manucho’, es Cordero?

SEÑORA TRIAS – Sí.

Estábamos hablando de la declaración, pero ahora que comento esto recuerdo que ella me dijo que ahora, en este momento, hacen manifestaciones frente a la casa y le dicen que lo van a matar y que los frentistas y que lo amenazan y que él se ríe, que él sale, los enfrente y se ríe.

SEÑOR PRESIDENTE – ¿Se refiere a Cordero?

SEÑORA TRIAS – A Cordero.

O sea que ella vivió todo lo que en aquel momento me dijo de Mato, ahora lo desvía hacia Cordero y esos pueden ser conflictos de ella, porque en aquel momento me dijeron los dos, con plena seguridad, refiriéndose a Michelini y a Mato. Ahora ella me habla que el torturador es Cordero. Me refiero a que entre la declaración que yo hice en aquel momento, sin verla a ella, y en este momento que la veo a ella, hay una discrepancia que eso será lo que habrá que investigar. Y por eso le sugerí a ella si tenía interés en declarar algo, en intervenir en la declaración. Entonces no sé. Ella dijo que sí.

SEÑOR PRESIDENTE – No obstante, el viernes cuando usted fue citada ella concurre a su casa.

SEÑORA TRIAS – Sí.

SEÑOR PRESIDENTE – ¿Cuánto tiempo hacía que usted no se veía con ella, más o menos?

SEÑORA TRIAS – Mi hija tenía 11. Cuatro años.

SEÑOR PRESIDENTE – Y se da la coincidencia de que cuando llega la citación ella aparece.

SEÑORA TRIAS – Cuatro años exactamente, porque mi hija cumplió 11 años y ahora mi hija cumplió 15.

(…)

SEÑOR LAMAS Lo que usted refiere, entonces, a fines de mayo ­tal cual dice en la carta­ que usted fue testigo de este episodio acontecido en un apartamento de la planta baja en la zona de Pocitos, y que la última vez que vio a la señora Juliana fue a fines del año 1981, aproximadamente. ¿Es correcto?

SEÑORA TRIAS.- Sí.

SEÑOR LAMAS.- Hay algo que a mí me has generado una duda ­me voy a referir concretamente al día de fines de mayo en que ella la llama a usted­: ella la llama, le dice que tiene un problema, que se tome un taxi y que vaya directamente a ese apartamento.

Usted llega allí y se encuentra, al abrir la puerta, con un hombre armado. ¿Usted lo conocía a ese hombre, que era…

SEÑORA TRIAS.- Si, señor.

SEÑOR LAMAS.- -… el capitán Matos.

SEÑORA TRIAS.- En ese tiempo no era capitán; es ahora capitán.

SEÑOR LAMAS.- Que ahora es capitán.

SEÑORA TRIAS.- Porque me dijo ella el otro día que ahora es capitán.

SEÑOR LAMAS.- En aquel momento tendría otro grado distinto.

SEÑORA TRIAS.- No sé qué grado sería. Tampoco sé nada de grados.

SEÑOR LAMAS.- Ahí se encontró con un hombre, que usted conocía y sabía que era militar, armado. ¿Ella le mencionó, de boca de ella, en esa oportunidad, el hecho de que ese hombre estaba mal porque había matado a Michelini o lo dijo él?

SEÑORA TRIAS.- Lo dijo ella, pero lo hizo delante de él y eso es el principio de todo esto.

SEÑOR LAMAS.- Y él no lo confirmó.

SEÑORA TRIAS.- El lo confirmó, señor; él lo confirmó. EL dio detalles un poco fantasiosos, un poco fanfarrones, pero dio detalles. El comentó, habló y participó en la conversación.

SEÑOR LAMAS.- Usted en su carta, menciona, además, que tuvo oportunidad de ver un escudo en el cual figuraba inscripta la fecha de la muerte de Michelini y decía «En honor al mérito».

SEÑORA TRIAS.- No exactamente eso, sino que hago una asociación de lo que recuerdo. Si pudiera recordar lo que era o quién dedicaba ese mural, porque tendría algo, no lo puedo recordar…

SEÑOR LAMAS.- La pregunta que le hago es la siguiente. En aquel momento usted no sabía que había asesinado a Michelini, según lo declaró.

SEÑORA TRIAS.- No, señor.

SEÑOR LAMAS.- ¿Cómo, usted que entra a un apartamento, se encuentra con un escudo de armas que dice «En honor al mérito» o algo similar, recuerda la fecha de ese mural, que es la fecha de un acontecimiento que usted no sabía que se había producido?

SEÑORA TRIAS.- Perdón, señor, yo no dije eso. Lo que le puedo decir es que el me mostró el mural. Yo no dije que lo vi. El me lo mostró. El señor Matos me lo mostró.

SEÑOR LAMAS.- ¿El señor Matos le mostró el mural?

SEÑORA TRIAS.- Sí, él me mostró el mural. Lo descolgó de la pared y me lo mostró.

Respecto a la declaración yo dije: la declaración había sido la escrita en base a lo que el abogado me aconsejó que yo dijera. Dijimos que íbamos a extender un poco la declaración, que fue al principio de la sesión.

El me mostró eso, el me mostró armas, él habló de su historial militar, de su carrera, me mostró eso y me habló de que le habían pagado en dólares ­no recuerdo la cantidad porque después se me fue confundiendo todo por el cambio del dólar­, creo que dijo 12.000 dólares o algo de eso. El me lo dijo a mí. No es que yo recuerdo que había un mural, él me lo mostró el mural. Y me dijo que ese mural se lo habrán dado en Argentina por ese motivo, él me lo dijo. Y me destacó que tenía la fecha.

SEÑOR LAMAS.- ¿Se lo habían dado en Argentina?

SEÑORA TRIAS.- Sí.

SEÑOR LAMAS.- Usted está absolutamente segura que fue el mismo día.

SEÑORA TRIAS.- Ese día.

SEÑOR LAMAS.- Le explico. Habiendo sido la muerte de Michelini el 20 de mayo y usted fue a fines de mayo, el tiempo transcurrido es sólo 10 días, período en el cual tuvieron que mandar hacer el mural y se le entregó. Parece demasiado poco tiempo.

¿Usted está segura de la fecha de fines de mayo?

SEÑORA TRIAS.- De la fecha de fines de mayo, sí. En eso sí, estoy completamente segura. Tengo muchas asociaciones para recordar. Todos sabemos que asociar cumpleaños y fechas; si vamos atrás en el tiempo es fácil. Estoy segura de la fecha.

SEÑOR LAMAS.- Usted ha señalado que la señora Juliana de Sarro era y continúa siendo amante tanto del capitán Matos que como del teniente coronel Cordero, creo que ese es el grado que tiene actualmente.

SEÑORA TRIAS.- Sí, señor, es teniente coronel.

SEÑOR LAMAS.- ¿Cómo explica usted -le estoy pidiendo que usted aporte algo de ese conocimiento sicológico empírico que usted ha mencionado- que ella haya revelado a un tercero, más allá de la relación de amistad, una situación que se iba a traducir en responsabilidad, eventualmente penal, para una persona que era con la que la unía una relación afectiva importante? Ella estaba denunciando prácticamente a un amante.

SEÑORA TRIAS.- No sé. Eso será un principio moral. No sé si era una relación importante para ella o si ella tenía otros intereses con el señor Matos. Y eso no tiene nada que ver; no veo pertinente la pregunta.

SEÑOR FAU.- Las preguntas que se están formulando no están de acuerdo con lo que habíamos conversado.

SEÑORA TRIAS.- Yo no estoy juzgándola moralmente. No sé qué sentimientos tiene ella hacia ese hombre.

SEÑOR RIJO.- Por el relato de los hechos, es evidente que cuando a usted la citan o convocan a esa reunión, fundamentalmente se hace hincapié en su dominio de la sicología a los efectos de dar algún apoyo o alguna solución. No sé si recuerda o no cómo terminó la cosa o le contaron los hechos y la borraron del escenario.

SEÑORA TRIAS.- Esa lógico. Que me borraron del escenario, sí. Se hizo una charla, se comentó, se desvió el tema, se fue por otros carriles, cenamos, tomamos una copa -tomamos un whisky, recuerdo-, conversamos, se tranquilizó un poco y yo me fui.

SEÑOR RIJO.- ¿No le pidieron ninguna terapia?

SEÑORA TRIAS.- No, no soy médico para hacer ninguna terapia, pero por mi experiencia ellos sabían que yo podía confortar, como a cualquier persona que está enferma.

(…)

SEÑOR PRESIDENTE.- ¿El mural se lo mostraron a usted?, ¿Usted no lo vio?

SEÑORA TRIAS.- No, señor, yo no lo vi; me lo mostró. El lo saca de allí. Soy detallista para mirar. Por eso al pr
incipio le dije que él estaba fanfarroneando, él se sentó «agrandado» por lo que había hecho, por un lado -era ambivalente- y, por el otro, estaba angustiado. Primero me decía: me dieron esto, me pagaron tanto, y por el otro era mi mejor amigo y lo maté. Eso es lo que yo le veía de desequilibrio emocional al hombre en la conversación de tuvimos.

SEÑOR PRESIDENTE.- Respecto al estado emocional, ¿no podría obedecer a que se encontrara en estado etílico?

SEÑORA TRIAS.- No, señor. Trabajé en gastroenterología 12 años como para saber cómo responda una persona en estado etílico.

SEÑOR PITA.- Sin abusar de la señora, que supongo estará cansada ­es importante lo que está aportando­, quiero hacerle algunas preguntas.

¿En el relato de Matos hubo alguna expresión que dijera la forma en que lo ejecutó? Del documento que nos acercaron a la Comisión surge algún detalle de cómo se procedió a matarlo. Dijo de alguna manera: «Le di un balazo». ¿Podría contarnos un poquito de eso?

SEÑORA TRIAS.- Sí, justamente, fue lo que comenté en Serpaj. Le dije vengo acá, sin conocimiento de nada, sin haber leído nada ni quise informarme de nada, no sé si lo mataron a puñaladas o si lo prendieron fuego. A mí lo que me dijo Matos fue: «Yo lo rematé».

SEÑOR PITA.- En cuanto al lugar, ¿no recuerda si dijo algo?

SEÑORA TRIAS.- Si dijo, no lo recuerdo. No conozco Buenos Aires.

(…)

SEÑOR RIJO.- Cuando el capitán Mato le hizo esa exposición de hechos esa noche, le habló que había recibido una retribución monetaria por matar a su amigo. Usted habló de 12.000 dólares, no importa la cantidad, pero sí si le di detalles de quién fue la institución o persona que le propuso ese homicidio?

SEÑORA TRIAS.- Esa es mi duda, porque yo no sé si pasa el tiempo y uno va perdiendo un poco… si el me dijo que había algo de mercenario, por interés de dinero, o si fuera un operativo. El no me habló de ningún operativo ni que perteneciera a nada.

SEÑOR RIJO.- ¿Pero él le habló de que lo retribuyeron?

SEÑORA TRIAS.- Sí.

SEÑOR RIJO.- El compró la casa, pero ¿no dijo quién le pagó?

SEÑORA TRIAS.- Al menos me lo confirmó ahora, el viernes. Juliana me dijo que había comprado una casa en Garibaldi 2991, en la que está viviendo la madre. Y él me dijo que la madre estaba en mala posición económica, que tenía un hermano casado con una mujer mucho mayor, que esa mujer tenía dinero, que el hermano estaba prisionero de esa situación, que quería liberarse, que él le iba a dar dinero al hermano para que el hermano dejara a esa mujer y pudiera vivir libre.

SEÑOR PRESIDENTE.- Hay un hecho, que usted señaló, que es muy importante: cuando él le dice ­si recuerdo bien­ que lo remató o que lo mató, lo cual implica que ya estaba herido Michelini,…

SEÑORA TRIAS.- Es lo que he pensado más últimamente en eso. El no me dijo: «Yo fui a matarlo», sino me dijo: «Yo lo rematé, y era mi mejor amigo». Fue lo primero que habló, como se inició la conversación.

SEÑOR PRESIDENTE.- De acuerdo con lo que él le señaló es obvio que ya estaba herido Michelini».

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