Niños de escuelas leen libros censurados

El pueblo que no quería ser gris

El uruguayo Pacho Barnes volvió, ayer, a recobrar sus colores en las voz de los niños argentinos. Y así fue que volvió del exilio, de la muerte, recogido por la memoria. A pesar de que el Flaco Palleiro, con su propia y recreativa impronta, lo hizo inmortal.

Leyendo noticias argentinas me encontré que en distintas escuelas de Buenos Aires, los niños de la enseñanza pública iban a leer ayer en voz alta libros para niños, que fueron censurados por la dictadura de ese país. Quizás algún día tendrán que leer Los siete tangos prohibidos de Gardel por las dictaduras del Río de la Plata.

Fue así que me enteré que uno dichos libros era El pueblo que no quería ser gris, cuyo texto es de Dournec y las ilustraciones de Ayax Barnes, el Pacho, quien fuera uno de los más grandes ilustradores de nuestro país, creador de una tendencia gráfica seguida por Carlos Palleiro.

El libro fue editado por el sello Rompan Filas poco antes del golpe de Estado en Argentina, siendo prohibido el 3 de setiembre de 1976.

La obra de Dournec-Barnes

«El rey grande del país chiquito, ordenaba, solamente ordenaba; ordenaba esto, aquello y lo de más allá, que hablaran o que no hablaran, que hicieran así o que hicieran asá.

«Tantas órdenes dio, que un día no tuvo más para ordenar.

«Entonces se encerró en su castillo y pensó, y pensó, hasta que decidió:

«­Ordenaré que todos pinten sus casas de gris.»

«Eran tantos, tantos, y estaban tan entusiasmados, que al momento el castillo, las murallas, los fosos, los estandartes, las banderas, quedaron de color rojo, azul y blanco.

«Y los guardias también.

«Entonces el rey se cayó de espaldas una sola vez, pero tan fuerte que no se levantó más.»

El Pacho volvió, ayer, a recobrar sus colores en las voz de los niños argentinos. Y así fue que volvió del exilio, de la muerte, recogido por la memoria. A pesar de que el Flaco Palleiro, con su propia impronta, lo hizo inmortal.

Al Pacho solo lo conocí personalmente durante dos horas en México, donde lo que más recuerdo (cada día recuerdo menos) hablamos de Juceca, de Alfredo Zitarrosa y del Corto Buscaglia.

Ante esta situación hermosa, humana, casi niña, uno se pregunta por qué en nuestro país no se lee el 27 de junio en todas las escuelas Saltoncito, de aquel blanco comunista que fue Paco Espínola y que murió el día que falleció la democracia en nuestro país. Que también fue censurado.

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