Senado. Intenso debate con motivo de tratarse la integración al bloque sudamericano

Con votos del FA se aprobó el tratado constitutivo de Unasur

Al cabo de cuatro horas de discusión en la que intervinieron polemistas de variados recursos dialécticos, los 17 senadores frentistas levantaron una de sus manos para darle aprobación al Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), suscrito por 12 países en Brasilia el 23 de mayo de 2008; la cifra de 12 surge de los diez que conforman la América del Sur ­Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela­, más dos ex colonias: la República Cooperativa de Guyana y la República de Suriname.

Con su cara bonita, el economista Alberto Couriel produjo un extenso informe enunciando detalladamente los alcances del documento, que consta de un preámbulo y 27 artículos. Empezó resaltando la importancia de este primer paso hacia la integración total de los países de la región, lo que redunda en mayor poder de negociación frente a otros bloques. Al respecto, subrayó que si bien Barack Obama muestra cambios importantes en la postura tradicional de Estados Unidos, ese país mantiene la hegemonía militar, comunicacional e ideológica, además de seguir siendo la principal economía del mundo.

En el Preámbulo, el texto establece ciertos principios generales que habrán de regir las relaciones entre los miembros de la Unión, y en los capítulos sucesivos enumera los objetivos generales y específicos, establece los organismos (entre ellos, un Parlamento), regula el financiamiento, la incorporación de nuevos miembros, la solución de diferencias, etcétera. Luis Hierro ­supliendo a Sanguinetti­ anunció el voto contrario de su bancada al acuerdo. Se refirió al texto como «un catálogo de buenas intenciones meramente declarativo» y fue tajante al afirmar que se debe apostar al «progreso manuscrito». A continuación, sostuvo que Uruguay está adhiriendo a una postura brasileña y venezolana, anti México, lo cual puede ser visto como una postura «hábil» pero no «inteligente» ya que «el gobierno acompaña la corriente» pero cierra puertas a México. Le siguió el aliancista Sergio Abreu, especialista en asuntos internacionales, quien sumó su voz crítica al tratado empezando por aspectos jurídicos: sostuvo que el mismo no está vigente (hasta el momento sólo ha sido ratificado por Venezuela y Bolivia) y que a pesar de ello, en muchos aspectos está funcionando de hecho; también cuestionó a Marco Aurelio García, y luego de afirmar categóricamente que el tratado no soluciona ninguno de los problemas de América del Sur, don Sergio se dio a cuestionar el respaldo de Chávez al presidente sudanés, requerido por crímenes de lesa humanidad por la CPI, dijo que no se sentía representado por el líder venezolano y terminó con un enunciado críptico: «Hay un pentotal que se llama Secretaría General». Su correligionario (de lema pero no de sector) Heber se preguntó por el interés económico o comercial del país, concluyendo que no hay nada que nos beneficie. El ex canciller Reinaldo Gargano ­otro ducho en asuntos internacionales­ retrucó la afirmación de Hierro diciendo que con ese criterio el «Ariel» de Rodó no sería más que un «progreso manuscrito». Sostuvo que Uruguay actuando por sí, en soledad, no cuenta, y aseveró que este tratado constitutivo de la Unasur era un primer paso, no el paso supremo, pero sí una plataforma para seguir avanzando en la integración latinoamericana. También participaron en el debate Alfie, Lorier, Arana, Mujica y Couriel, quien reconoció que muchas declaraciones de Chávez no le gustaban y lanzó un llamado a encontrar acuerdos para una política de Estado en materia internacional.

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