Huidobro. "Existen diferencias, siempre las hubo, pero eso no quiere decir que haya dos izquierdas"

"Hablar de dos izquierdas me para los pelos de punta"

Agotado después de una extenuante sesión que debió presidir, Eleuterio Fernández se dispone a responder a mis preguntas en su despacho del Senado. Una bandera (¿una camiseta?) de Peñarol luce en el perchero como testimonio de la pasión que el líder capelista, como buen uruguayo, siente por el fútbol.

­¿Hacia qué sectores de la sociedad hay que dirigir la campaña para incrementar el electorado de 2004?

­Bueno, ya se ha comprobado fehacientemente que en Uruguay, a diferencia de lo que sucedía hace ya muchos años, cuando había votos cautivos (era difícil que un blanco votara a un colorado y viceversa, o que un izquierdista votara a un blanco o a un colorado y menos que un colorado o un blanco votara a los partidos de izquierda), desde un tiempo a esta parte sabemos que eso ya no es así. Hay una gran masa de votantes que puede cambiar, que ya no tiene esas ataduras históricas; no olvidemos que se incorporaron 200 mil nuevos votantes, casi todos jóvenes que ni siquiera vieron la salida de la dictadura, más todos los que se incorporaron anteriormente, en un país de viejos. Y también está toda esa gente que sin ser nuevos votantes también está libre de ataduras; yo creo que ese es el público al que hay que convencer.

­Sí, pero ¿a qué clases sociales se supone que hay que apuntar para obtener adhesiones? ¿A los sectores medios, a los más bajos…?

­Ah, me parece que eso está entreverado. Las encuestas especializadas en estudiar esos temas descubrieron que esa masa está compuesta por sectores muy pobres y también por sectores medios e incluso ricos. No se puede decir quién atrae más; si bien Astori se supone que recluta ­o captura o convoca­ electorado de ciertos sectores, Mujica convoca electores de otros segmentos. Aunque esto último ha sido puesto en tela de juicio después de todos los estudios recientes, y esos estudios han dicho que Mujica atrae mucho más, incluso en escenarios de balotaje y entre sectores medios. No hay estereotipos.

­Está claro. ¿Y cuál debe ser el vicepresidente? Mujica ha dicho que está dispuesto a ser el vice en la hipótesis de que Astori sea el candidato.

­Nosotros siempre lo dijimos. Nosotros como CAP-L en nuestro congreso, poquito antes del Congreso del Frente Amplio, y en el acto con presencia de los dos, Mujica y Astori, cuando aún no existían las precandidaturas de Daniel Martínez ni de Carámbula, dijimos que a nuestro juicio lo mejor era que los dos formaran parte de la fórmula y que el orden se resolviera en las internas. Eso implicaba, en nuestra opinión, que el que saliera segundo tenía que aceptar ser el vicepresidente del primero. Bien, Astori se negó a eso. Es más, hizo una conferencia de prensa en el local central del FA en la que le manifestó a Brovetto que él no aceptaba esa propuesta, por lo que el candidato a vicepresidente será designado por el Plenario Nacional.

­¿Cree que en la campaña hacia octubre el Partido Colorado volverá a recurrir a los fantasmas del pasado contra el MPP y por elevación contra el Frente Amplio?

­Lo que ocurre es que el Partido Colorado cuenta poco. Un diez por ciento del padrón electoral estaría votando al Partido Colorado, lo cual es de muy poca significación. Al mismo tiempo, no olvidemos que aquellas prácticas de enchastrar fueron las que aplicó Sanguinetti en el debate con Tabaré Vázquez; un ataque muy duro desde el punto de vista ideológico. No olvidemos que en el 89, cuando ya se estaba cayendo el muro de Berlín, Jorge Batlle, viendo que Tabaré podía ganar la Intendencia de Montevideo, decía que si ganábamos Tabaré Vázquez iba a construir un muro acá, en Montevideo. El Partido Colorado ya apeló a ese tipo de discurso duro, exagerado y brutal, y le dio pocos resultados… En fin, parecería que la prudencia les tendría que indicar que esa práctica no rinde, que ha sido muy, muy utilizada y que ya no rinde, ¿no? (Sonríe). Hubo épocas en que sí rindió; cuando asustaban a la gente diciéndole que nos íbamos a llevar los niños a Moscú… Pero el pueblo uruguayo aprendió que eso era mentira: otros fueron los que se llevaron los niños, ¿no? y no para Moscú… Pero volviendo al Partido Colorado, por esa misma manía medio tozuda, no es de descartar que vuelvan a insistir con lo mismo. Sanguinetti publicó ese libro sobre el pasado reciente, un libro malo, mal hecho ­según la opinión de críticos autorizados­ que buscaba de algún modo eso también, pero ya desde otro punto de vista más reposado. Tampoco hay que olvidar que el año pasado a Pepe y a mí nos mandaron al juzgado penal, acusados de genocidio, creo (un disparate, ¿no?). Eso tenía el mismo fin, y como también eso les resultó un fiasco total, archivaron las denuncias. Pero en fin, creo que la cosa no da para más. Lo que desubica un poco es que ahora hay un hombre del Partido Nacional que está desentonando: Gonzalo, que salió el otro día como de atrás de un palo, desde una agrupación que se llama Concordia Nacional, a decir que Pepe es como Hitler (sonríe); vaya «concordia» la de ese grupo, ¿no? ¡Cómo sería si se llamaran «Radicales Nacionalistas»! ¡Dios nos libre! Si con el nombre que se pusieron tienen ese discurso…

­Volviendo a las internas, en el Partido Nacional Lacalle encarna la derecha y Larrañaga se ubica en el centro. ¿Se da una situación similar en el FA? ¿Hay diferencias ideológicas dentro del Frente?

­En el Frente hay cantidad de diferencias ideológicas. El Frente Amplio es policlasista y poli-ideológico…

­Entonces usted está de acuerdo con Astori en que hay más de una izquierda…

­No. No, porque en Uruguay eso es así desde que iniciamos el camino de la unidad. Antes teníamos varias centrales obreras y hasta hubo intentos de tener varios movimientos estudiantiles. Gracias al trabajo de la izquierda, que costó mucho ­sangre, sudor y lágrimas­, se construyó la unidad sindical. En la central hay muchas posiciones; y existe la unidad política de la izquierda uruguaya, que se hizo conjuntando ­en un proceso que se ve como una cosa maravillosa en el mundo­ agrupaciones, pensamientos y personas que hasta ese momento habían militado en diferentes partidos; había colorados que habían sido ministros hasta hacía un rato (Michelini, Roballo), había blancos, había militares como Seregni, comunistas, demócratas cristianos… Y ese invento «made in Uruguay» fue diagnosticado en aquel entonces, recuerdo muy bien, por analistas expertos, que estaba destinado al fracaso. Hoy vemos que resultó ser el proceso de acumulación de fuerzas de izquierda más viejo de América Latina. Ese negocio caminó, y sobrevivió a circunstancias como la dictadura y el terrorismo de Estado. Unidos y creciendo en el apoyo popular, que es en última instancia el juez inapelable. Entonces es claro que existen diferencias, siempre las hubo desde el nacimiento, pero eso no quiere decir que haya dos izquierdas; justamente, la pelea fue por que hubiera una sola, y fue una pelea histórica. Nos da pena observar las divisiones en las izquierdas hermanas, donde se agrupan alguna vez y a los doce minutos ya están partidos en siete pedazos. Y esa ha sido la causa en esos países ­algunos muy vecinos nuestros­ de que esos pueblos no hayan podido avanzar en el camino hacia su liberación.

Por eso es peligroso hablar de dos izquierdas. No olvidemos que cuando se retiraron el PGP y el PDC en el 89, produciendo la escisión más grande que sufrió el Frente Amplio, el argumento era que había dos izquierdas. O sea que en el Frente, hablar de dos izquierdas me para los pelos de punta. Cometió un error Astori al hablar de eso; más que Astori, el error lo cometió su vociferante asesor Esteban Valenti, al cual creo que también lo van a tener que echar… Con todo el respeto que le tengo a Valenti, hay que decir que en este caso ha fracasado estrepitosamen
te desde el punto de vista profesional; él también tendrá que devolver la plata, o pedir prórroga (se ríe)…como hacemos los uruguayos.

­Si no hay diferencias entre Pepe y Astori y la izquierda es una sola, ¿por qué elegir a Pepe?

­¡Hay, cómo no va a haber diferencias! Entendámonos: el programa es uno solo, el que aprobamos, y que de pronto no nos satisface a todos, porque los congresos del Frente Amplio son congresos de verdad, algunos terminan a las piñas, como aquel del año 2003, cuando se pelearon los maestros y los de la salud, nada menos, los dos sectores que se supone más alejados de la violencia. Son de verdad, hay mayorías y hay minorías; hay acuerdos, y para que haya acuerdos, hay transacciones. De alguna manera, todos renuncian a lo que consideran mejor en materia programática para llegar a acuerdos; no se puede pretender que todos estén de acuerdo en todo. Entonces, una vez aprobado el programa, ese será nuestro libro de cabecera por cinco años; y el debate de ideas puede seguir, pero ya en el plano estrictamente ideológico. Lo que hay son estilos, maneras de actuar, sensibilidades diferentes; y esas diferencias, la gente las conoce, las percibe. Como en el Congreso no pudimos llegar al consenso, se puso en manos del pueblo la decisión: decida usted, ciudadano, cuál de los tres compañeros le parece mejor para aplicar este programa.

­Y para ganar las elecciones, también, ¿no es así?

­Claro, y para ganar las elecciones, por supuesto. Cuál es el más adecuado para eso que hablamos al comienzo, eso de atraer electorado y mantener el que nos dio el triunfo en el cuatro, que no se nos vaya para otro lado. Bueno, yo tengo mi opinión: pienso que Mujica es el más adecuado. Otros conciudadanos pueden tener otra; entonces, dirimamos la cosa en las urnas, como estamos acostumbrados, por otra parte.

 

EL PROGRESISMO Y LAS VERRUGAS DE LACALLE

–¿Qué comentario le merecen las propuestas progresistas del doctor Lacalle? ¿Querrá arrimarse al centro?

–Lacalle tiene un problema muy grande, que es como una verruga y que se llama Ignacio de Posadas, que no lo deja disfrazarse de izquierda (se ríe). El pobre Lacalle trabaja lo más prolijo que puede y de pronto le sale un tipo como Aguirre con su grupo «Concordia Nacional» que creo que es el mismo grupo de Ignacio de Posadas… Cuando no le sale uno, le sale el otro; (sigue riendo) los va a tener que echar…

 

CONVIVENCIA PACIFICA

–¿Cómo es tu relación con Sanguinetti en el Senado? ¿Es difícil la convivencia después de los ataques del Foro contra vos y el Pepe?

–No, tenemos una relación normal. Es que el Senado es un ámbito de convivencia pacífica. Hay gente de todos los partidos, con ideologías diferentes, con opiniones distintas, a veces concordantes; pero bueno, trabajan juntos en las comisiones, en el plenario. Todos respetamos ciertas normas de convivencia civilizada, ciertos niveles de educación mínimos que todos aprendimos en la escuela y en casa. Sin perjuicio de lo cual ha habido actos de pugilato como el que protagonizó el senador Alfie contra el entonces senador Nicolini, justamente en una sesión que presidía yo. Hubo que suspender la sesión, separar a los contrincantes, y tratar de que se reconciliaran lo más rápidamente posible; y tengo que reconocer ­nobleza obliga­ que el primero en asumir su error fue Alfie y quiso pedir perdón.

 

FUNCIONARIO MAS ANTIGUO

–¿Considera necesario el recambio generacional?

–Pienso que es mejor que venga gente joven, porque a cierta edad es mejor retirarse. Hoy me enteré, con asombro, de que tenemos el más viejo funcionario en la Corte Electoral: su presidente, el doctor Urrutia, que entró a la Administración cuando explotó el Graff Spee; y que entró a la Corte Electoral cuando las tropas soviéticas entraban en Berlín, y hoy todavía está… Es realmente impresionante, ¿no? Vio pasar al Zeppelin por encima del Palacio Salvo siendo joven y ya se veía a sí mismo en el año 2009 presidiendo la Corte Electoral… El Zeppelin se prendió fuego al llegar a Washington, pero él no, él siguió. ¡Qué imponente! ¡Qué capacidad de sobrevivencia, ¿no?! ¿Qué tomará? me pregunto… En fin, yo creo que hay mucho viejo rompehuevos que no sirve para nada.

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje