Búsqueda. LA REPUBLICA aportó nuevos datos sobre posibles lugares de enterramiento de los desaparecidos

Comisión de Seguimiento pedirá a Vázquez reanudar las excavaciones en el Batallón 14

La Comisión de Seguimiento del Poder Ejecutivo para los casos de desaparición forzada durante la dictadura, recomendará al presidente Tabaré Vázquez reanudar las excavaciones en un punto específico del Batallón de Paracaidistas Nº 14 de Toledo, donde podría haber restos humanos.

La decisión de la Comisión se produjo el pasado martes, luego que recibiera un informe de LA REPUBLICA respecto a una serie de investigaciones y datos recabados, cuya confirmación periodística resulta imposible sin un trabajo arqueológico sobre sitios identificados por distintos informantes militares.

El reinicio de las excavaciones en el Batallón 14 era uno de los pasos previstos por la Comisión de Seguimiento a la luz de la evaluación del antropólogo José López Mazz, quien en 2005 y 2006 ya trabajó en el denominado Campo de Vidiella, utilizado por esa unidad militar para maniobras de combate.

El Batallón 14 fue escenario de la vergonzosa situación creada por el Ejército, cuando el comandante en jefe, Angel Bertolotti, le dijo a Macarena Gelman que los restos de su desaparecida madre, María Claudia García, estaban en el lugar con un 99 % de certeza, pero el informe militar resulto luego falso.

 

«Segundo vuelo»

La propia Macarena Gelman había insistido en la necesidad de reanudar la búsqueda de restos de los desaparecidos y de su propia madre en el Batallón 14 ante una serie de datos subjetivos y objetivos que hace pensar que en el lugar pudieron ser enterrados los cuerpos de las víctimas del «segundo vuelo».

María Claudia, embarazada, fue trasladada ilegalmente a Uruguay en octubre de 1976, en el marco de la repatriación forzada de más de veinte uruguayos que habían sido secuestrados en Buenos Aires y torturados en el pozo «Automotores Orletti», antes de su ejecución y desaparición en Montevideo.

Una investigación de LA REPUBLICA en 2002 fue lo que permitió denunciar la existencia de ese «segundo vuelo» ocurrido el 5 de octubre de 1976, cuando el avión 511 del Transporte Aéreo Militar Uruguayo (TAMU) piloteado por el ex comandante José Pedro Malaquín, trajo al grupo de secuestrados.

La denuncia periodística, que no fue incluida en el informe final de la Comisión para la Paz, que actuó durante la presidencia del colorado Jorge Batlle, terminó siendo confirmada tres años después por el informe oficial sobre desaparecidos que la Fuerza Aérea entregó al presidente Tabaré Vázquez en agosto de 2005.

 

«Los del ómnibus»

Los pasajeros del «segundo vuelo», 22 militantes del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), estuvieron detenidos en el centro clandestino «300 Carlos», centro operativo de la Oficina Coordinadora de Operaciones Antisubversivas (OCOA), según dijo a LA REPUBLICA un suboficial que actuó en el lugar.

La información, publicada en agosto de 2006, indicaba que el grupo de secuestrados era conocido como «los del ómnibus», porque habían llegado al «300 Carlos» en un micro del Servicio de Material y Armamento (SMA), adjunto al Batallón de Infantería 13, en uno de cuyos galpones operaba la OCOA.

El informante explicó que, luego de semanas de torturas e interrogatorios (probablemente a mediados de diciembre de 1976), «los del ómnibus» fueron trasladados de a grupos en una camioneta blanca (marca «Pingo» o «Pony») para su «disposición final», es decir, para su ejecución y desaparición.

La camioneta blanca, decomisada en el puerto y manejada por un policía que permaneció activo hasta hace poco, llevaba a las víctimas al Campo de Vidiella, al que ingresaba por un camino lateral para llegar hasta los fondos, cruzando el arroyo Meirelles, donde los presos eran ejecutados y enterrados.

También Gelman

En julio de 2006, LA REPUBLICA también publicó cómo habría sido el operativo en el que se asesinó a la nuera del poeta argentino Juan Gelman, María Claudia García, quien secuestrada en Argentina había sido traída a Uruguay, donde dio a luz a su hija Macarena, que fue entregada a un policía.

Una alta fuente militar explicó entonces que los militares José Arab, Jorge Silveira y el policía Ricardo Medina, fueron los encargados de asesinar a María Claudia en el Batallón 14, luego de sacarla de las instalaciones del Servicio de Información y Defensa (SID) y llevarla previamente a la Base Valparaíso.

La fuente indicó que un informe secreto establece que el «grupo de tareas» estuvo encabezada por el oficial Juan Antonio Rodríguez Buratti, quien terminó por suicidarse en setiembre de 2006 cuando Interpool lo iba a detener por una causa judicial en la que se pedía su extradición a Argentina.

Al llegar al Batallón 14, los esperaba su comandante, el coronel Regino Burgueño, pero Rodríguez Buratti no habría continuado el viaje hasta los fondos del Campo de Vidiella, donde Arab, Silveira y Medina dieron muerte a la joven argentina y la enterraron.

 

Tétrica «mosqueta»

La ubicación de los cuerpos de María Claudia y los del ómnibus, llevó al antropólogo José López Mazz a intensos trabajos en tres áreas específicas del campo de Vidiella, donde los militares (hoy presos) que actuaron en el SID y la OCOA, habían dicho a los mandos del Ejército que los había enterrado. Sin embargo, la información aportada al comandante en jefe Bertolotti resultó falsa, en un tétrico juego de «mosqueta» en el que los oficiales responsables de esos crímenes de lesa humanidad estructuraron toda una operación de contrainteligencia para que no se hallaran las pruebas de su delito.

El ex coronel Gilberto Vázquez, quien fugó brevemente de su detención, llegó a confesar en llamados telefónicos a la prensa que los cuerpos nunca sería encontrados ya que habían modificado hasta la geografía del Batallón 14 y aún quienes quisieran dar información podían equivocar el lugar de las tumbas. Sin embargo, es precisamente a los fondos del Campo de Vidiella, donde se construyó un polígono de tiro que implicó una importante obra de ingeniería, donde se llegó a torcer el trayecto del arroyo Meirelles. Un lugar señalado por varias fuentes a LA REPUBLICA y donde aún no se ha excavado.

 

Operación Zanahorias

Otro de los argumentos que esgrimen los represores para evitar señalar los lugares de enterramiento es la concreción de una denominada «Operación Zanahorias» por la que todos los desaparecidos ya habrían sido desenterrados para su posterior incineración y sus cenizas esparcidas en distintos sitios.

La «Operación Zanahorias» habría estado a cargo del fallecido coronel Alfredo Lamy, quien en 1984 actuó con palas mecánicas en el Batallón 13, donde existen evidencias de remoción de tierras y hasta logró encontrarse un resto óseo de una mujer cuyo ADN no pudo ser extraído.

Lamy y un par de jóvenes oficiales que le sobreviven, también habrían buscado en el terreno de maniobras militares del Batallón 14, pero sin los resultados esperados; lo que hace posible que en el Campo Vidiella aún se encuentren las fosas (en algunos casos comunes) de María Claudia y los del «segundo vuelo».

Una serie de nuevos datos respecto a esos lugares de excavación en el Campo de Vidella (y otros relativos a otras unidades militares), fueron entregados por LA REPUBLICA, el martes pasado, a los miembros de la gubernamental Comisión de Seguimiento del tema, que pedirá reanudar las excavaciones.

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