Réplica. La madre de Simón Riquelo refuta declaraciones del militar uruguayo que Brasil extraditará a Argentina

Sara Méndez: "Cordero fue quien  me torturó en Automotores Orletti"

«Cordero fue quien me torturó en Automotores Orletti», denunció a LA REPUBLICA Sara Méndez, en respuesta a declaraciones que el militar uruguayo realizó a la prensa brasileña luego de que la Justicia de Brasil decidiera su extradición a Argentina, donde será juzgado por sus crímenes en el marco de la coordinación represiva conocida como Plan Cóndor.

Cordero, quien se refugió en Brasil en 2004 y fue detenido en 2007, dijo al diario «Zero Hora» de Porto Alegre que no podían inculparlo por el secuestro y desaparición de Simón Riquelo ya que no conoció al niño ni a su madre, Sara Méndez, quien fue secuestrada en Buenos Aires en 1976 y trasladada ilegalmente a Uruguay.

Las declaraciones de Cordero fueron realizadas horas después de que el Supremo Tribunal Federal de Brasil sentenciara su extradición a Argentina, donde la Justicia federal lo acusa por el secuestro de Simón y la desaparición de otros diez uruguayos que fueron recluidos en Orletti y permanecen desaparecidos.

«Cordero fue la primera persona que conocí cuando, luego de secuestrarme, me quitaron la venda en Automotores Orletti. José «Nino» Gavazzo, que me había secuestrado, fue el que me lo presentó por su nombre y grado. Entonces era capitán. Ese mismo día me torturó», explicó Sara Méndez, la madre de Simón, a LA REPUBLICA.

 

«Reconocí su voz»

«No puede decir que no me conoció. Gavazzo y Cordero me pusieron frente a un pizarrón donde había un organigrama de mi organización política, el PVP. Yo conocía el nombre de Cordero por lo que habían contado otros compañeros que estuvieron presos en 1972 y 1973 y habían sido torturados por él», narra.

«Cordero se sentía especialista en nuestra organización ­agrega­. Sentía como un paso fundamental nuestra captura con la de otros compañeros. Como no colaboré, me desnudaron y me llevaron a otra sala de Orletti. Allí me cuelgan, con los brazos atados a la espalda. Estuve mucho rato suspendida hasta que empiezan las descargas eléctricas».

«Yo identifico claramente la voz de Cordero entre mis torturadores, porque le había visto el rostro. No puedo afirmar que estuvo en mi secuestro, donde Gavazzo me quita a mi hijo de los brazos y me dice que la guerra no es con los niños. Pero sufrí varias sesiones de tortura con Cordero en Orletti», afirma.

«En Orletti no pregunté por mi hijo Simón. Temía el uso que le pudieran dar para torturarme. Yo creía que me había despedido de él, porque estaba frente a soldados uruguayos operando en Argentina, que se habían identificado con sus rostros y sus nombres. Creía que de allí no saldríamos con vida», explica Sara Méndez.

 

«También en el SID»

«Cordero estaba allí ­acusa­ y como todos los que operaron en Argentina, sabía de todos los procedimientos. Cordero era parte del grupo que operó en Buenos Aires. Luego, lo volví a ver en Bulevar Artigas y Palmar, el segundo pozo al que nos llevaron. Allí era, junto a Gavazzo y Gilberto Vázquez, el que mandaba, y volvió a torturarme».

«En noviembre de 1976, cuando ya nos habían blanqueado en el falso operativo de detención del balneario Shangrilá, Cordero estuvo varios días sancionado de guardia permanente, porque había tenido un accidente con un auto por manejar ebrio. Allí nos contó con detalles la detención de otros compañeros secuestrados en octubre», recuerda.

«Me queda muy claro ­reitera­ que Cordero también participó de esas detenciones de compañeros en Buenos Aires, quienes también pasaron por Orletti y, ahora sabemos, fueron traídos en el segundo vuelo y desaparecidos en Uruguay. Cuando me envían a la cárcel me entero de que Simón está desaparecido y tardé casi 26 años en encontrarlo».

Sara Méndez fue secuestrada en Buenos Aires el 13 de julio de 1976 y de sus manos fue robado su hijo Simón Riquelo, con sólo 22 días de nacido. Torturada en Orletti, fue trasladada ilegalmente a Montevideo y condenada a 5 años de cárcel por la Justicia militar. En 2002 reencontró a su hijo, que había sido entregado a un policía argentino.

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