Sin sobresaltos ni sorpresas. Con apoyo del FA y el Partido Nacional y rechazo del Partido Colorado

Con cambios, Senado aprobó Ley de Negociación Colectiva

Veintitrés senadores en veinticinco presentes levantaron su mano para votar favorablemente en general el proyecto de ley que promueve y regula la negociación colectiva para las relaciones laborales en el ámbito de la actividad privada; recordemos que la negociación colectiva en la esfera estatal fue aprobada hace ya un tiempo.

Con el profesor Luis Hierro López ocupando el sillón de Julio M. Sanguinetti, y Manuel Núñez el de Mónica Xavier, don Rodolfo Nin Novoa presidió una sesión que transcurrió en total armonía a pesar de ciertas discrepancias que quedaron de manifiesto y que llevaron a los colorados a votar en contra en general (aunque acompañaron algunos artículos) y a los blancos a no votar todos los artículos no obstante haber dado su aprobación al proyecto en general.

El abogado laboralista Eduardo Ríos (Alianza Progresista 738) fue el encargado de brindar el informe de rigor. Comenzó expresando que esta ley no es una medida aislada de la política laboral del gobierno sino más bien la culminación de una serie de normas tendientes a terminar para siempre con la flexibilización laboral y otorgar al derecho laboral su «fundamental protagonismo protector»; puede considerarse la «madre de las normas que regulan las relaciones de trabajo».

Sostuvo a continuación que no se puede reducir la negociación colectiva a un mero convenio colectivo, sino que abarca «un verdadero diálogo social». «Estamos ante la consagración legal de la autonomía colectiva, que es el motor justamente de las relaciones laborales modernas», enfatizó el informante. Señaló, asimismo, que el Estado debe mantener el equilibrio en las relaciones de trabajo, y que este tipo de normas rompe la concepción neoliberal de desregulación y exclusión integrando a empresarios y trabajadores para que definan los asuntos que les conciernen; la tendencia actual es hacia la participación del Estado. «Es la viga maestra del derecho laboral», sentenció Ríos. Hizo hincapié en que el proyecto cumple cabalmente con los compromisos asumidos por el país ante los organismos internacionales. Citó a diversos especialistas en derecho laboral, nacionales e internacionales, para avalar sus afirmaciones de carácter doctrinario, y concluyó exhortando al cuerpo a aprobar el proyecto.

Le siguió en el uso de la palabra el correntoso Gallinal, para exponer el punto de vista de su partido al respecto. Expresó su opinión favorable a incorporar la negociación colectiva al relacionamiento laboral e incluso a todos los aspectos de la vida nacional ya que el diálogo es lo más adecuado a tales efectos. «Queremos ratificar nuestro más amplio respaldo a la negociación colectiva», sostuvo tajantemente don Pancho. Reflexionó luego acerca de la importancia de que las leyes más importantes contaran con un respaldo parlamentario superior al que puede darles la mayoría oficialista. Resaltó, también, como hecho fundamental que el proyecto hubiera dejado de lado el capítulo sobre ocupaciones de lugares de trabajo, que había generado una fuerte oposición. A continuación, esbozó las discrepancias que no lograron superarse, como por ejemplo la mayoría que tendrá el Poder Ejecutivo en las decisiones de la tripartita o la ultractividad de los acuerdos en los convenios colectivos. Y finalmente, reconoció la pertinencia de la incorporación de la cláusula de paz.

Isaac Alfie, una de las espadas más combativas del Coloradismo, la emprendió no contra la negociación colectiva sino contra este proyecto en particular al que catalogó de falto de realismo y de tener consecuencias opuestas a las que se propone. «Una ley de negociación colectiva debe ser moderna, debe respetar los cambios producidos en el mundo en los últimos treinta años, durante los cuales el concepto de ultractividad ha sido revisado y puesto en tela de juicio», afirmó Alfie. También cuestionó la rigidez de la norma, algo que, en su opinión, terminará por atentar contra el empleo y por eliminar la competencia ya que serán las grandes empresas las que tendrán beneficios en desmedro de las pymes, que saldrán perjudicadas.

Después de oír a Long, que reiteró conceptos vertidos por los senadores preopinantes, tomó la posta el ex ministro de Trabajo Eduardo Bonomi. Con su abundante pilosidad entrecana, el Bicho demolió uno a uno los cuestionamientos de la oposición, al tiempo que repasó las etapas y circunstancias de los intentos de acuerdo con las cámaras empresariales, intentos frustrados a raíz de la intransigencia de éstas. Explicó, con una paciencia infinita, que todo lo que no sea salario no se decide en el Consejo Superior Tripartito sino en las negociaciones bipartitas en las que el Estado no tiene arte ni parte. También rebatió el argumento de que el Poder Ejecutivo tiene mayoría en esa instancia ya que no cuenta sino con nueve miembros en un total de doce. Hizo referencia, por último, al beneplácito que había manifestado Funes de Rioja, representante de la OIE (Organización Internacional de Empresarios que representa al sector en la OIT), al conocer el proyecto de ley de negociación colectiva, con la excepción del capítulo sobre ocupaciones, que luego fue retirado del texto.

Susana Dalmás (ex presidenta de Sutel) señaló que la ley aporta a la estabilidad nacional en todas las áreas, y remarcó su apoyo a la cláusula de paz, no solo porque su inclusión permitió llegar al acuerdo sino porque la considera justa.

Al final, el proyecto de ley cosechó un apoyo casi unánime y ahora vuelve a Diputados para que éstos consideren las modificaciones incorporadas en el Senado.

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