Rubén Martínez Huelmo. Uno de los representantes del wilsonismo en el Espacio 609

"Machiñena tiende a ser olvidado en el panteón nacionalista"

­ ¿Qué comentario te merece la propuesta de Lacalle sobre las sociedades anónimas?

­ Más de un dirigente del entorno de Lacalle se arrancaría los pelos si va a los anales parlamentarios y lee lo que pensaba Wilson Ferreira sobre las sociedades anónimas, no sólo de las SAFI, sino también como forma de propiedad de la tierra en el campo. Wilson era un hombre de ideas progresistas, incluso el propio Mujica ha reconocido que todo lo que se ha hecho en este gobierno progresista es menos radical que el programa de Wilson del 71 «Nuestro Compromiso con Usted».

 

_ Pero vos votaste a Lacalle en el 89.

_ Sí, esa es la inercia de los partidos. Pero llega un momento en que uno se pone a pensar, con la perspectiva del tiempo transcurrido, que Wilson, con todo su fervor, con toda su inteligencia, con toda su capacidad nunca habría podido llevar adelante su programa progresista con el apoyo de su partido porque la otra mitad no lo habría aceptado.

 

_ Después de la muerte de Wilson, te integraste al grupo de Machiñena. ¿Es así?

_ Tuve una linda amistad con Jorge, quien incluso me ofreció un puesto en su lista 904. Pero lo que me interesa destacar es que en el 95 Machiñena recibió una nota reservada del Banco Central en la que se decía que los bancos italianos no estaban como garantía de la venta del Pan de Azúcar y, a partir de ahí, Jorge solicitó una investigadora que puso al desnudo todo lo que ya sabemos y que concluyó con el procesamiento del contador Enrique Braga, aunque las denuncias apuntaban mucho más alto que la propia responsabilidad de Braga. Recuerdo que, a pesar de todo, el entonces ministro de Economía de Posadas seguía afirmando que la venta del Pan de Azúcar había sido una operación magnífica. Más allá de cuestiones anecdóticas y de que mucha gente se quiso sacar el lazo de la pata, el hecho es que nunca aparecieron los 49 millones, lo que lleva a pensar que más que un abuso de poder fue un acto de corrupción.

 

­ ¿Cómo fue la ruptura con el Partido Nacional?

­ Bueno, llegó después de la elección interna de mayo de 1999. Nosotros apoyábamos la candidatura de Juan Andrés Ramírez y fuimos derrotados por Lacalle. Allí, Machiñena hizo pública una carta en la que promovía la abstención de la lista 904 en la puja electoral de octubre; fue algo inédito porque la abstención no se había impulsado desde 1910.

En fin, me siento muy orgulloso de haber militado en esa última etapa con Jorge Machiñena, un político que ya visualizaba el impuesto a la rente de las personas físicas, con un enfoque programático donde constaba la lucha contra la usura, la defensa de los jubilados y una serie de ideas que el Frente Amplio llevó a la práctica. No hay dudas de que Machiñena era un hombre progresista a carta cabal, un político de los de la vieja guardia, un hombre de honor, un hombre de combate, un hombre de bien.

 

­ Llama la atención que el Partido Nacional no haya homenajeado como corresponde a una figura tan destacada.

­ Para mí, estando en el Frente Amplio, me resulta difícil pedir un homenaje a alguien de la calidad y de la altura de Jorge Machiñena.

Por lo general la iniciativa de homenajear a una figura política surge del seno del partido al que perteneció, pero Machiñena tiende a ser olvidado en el panteón nacionalista. Pienso que en el panteón de los valores democráticos del país tendríamos que pensar en hacerle un homenaje público en el Parlamento. Es una figura que el Partido Nacional pretende dejar en el olvido; sus razones tendrán para ello.

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