Anomalía. "Los consumidores uruguayos están pagando más caro que los importadores"

Mujica dijo que en el precio del asado los frigoríficos "se pasaron de la raya"

En la audición «Habla el Presidente», que se trasmite por la emisora M24, el mandatario afirmó que el costo actual del asado «es una plata injusta que se le está cobrando a los uruguayos».

«Queremos señalar algo aparentemente muy poco trascendente, pero que nos duele. Hemos estado investigando algunos numeritos y algunas cosas. Nosotros hemos defendido mantener la puerta abierta de la exportación de ganado en pie, que no es tanta, porque en el transcurso de este año van unas 80 mil cabezas aproximadamente», explicó.

«Como un método de incidir para que no exista abuso en el precio interno, para que exista una válvula de escape y una tendencia que vaya alineando, en lo posible, el precio interno al mercado internacional. Si bien conceptualmente esto lo sostenemos y lo seguimos sosteniendo, todo en la vida puede tener excepciones», opinó el jefe de Estado.

«Esto no tiene nada que ver con la libertad de mercado y, naturalmente, como fenómeno excepcional, tal vez, nos tengamos que defender; lo estamos estudiando. Y desde este punto de vista capaz que le damos la razón a los intereses frigoríficos, que están acusando que esto se puede considerar competencia desleal», indicó.

«Pero al mismo tiempo tenemos que recordar datos. El asado es fundamental en el Río de la Plata y en el Uruguay. Por más hueso que tenga y todo lo que se quiera, nosotros tenemos constatado que cuando sube el precio del asado sube el precio de otras carnes, incluso, termina subiendo hasta el pollo, sin que hayan subido los granos», precisó.

«Es un precio de referencia, que tiene una importancia brutal para la comida de los uruguayos, porque nos gusta la carne contra el hueso. Acá hay un problema de cultura culinaria y no se pongan a sacar cuánto desperdicio y esto y lo otro. Está incorporado dentro de las costumbres nacionales; es un precio fundamental para los uruguayos», subrayó el mandatario.

«Pues bien, este dato es real. El promedio del último mes de venta al exterior del asado uruguayo ha sido alrededor de los 58 pesos y a los carniceros del Uruguay les está llegando a 85 pesos. ¿Qué quiere decir esto? Que los consumidores uruguayos están pagando más caro que lo que pagan los importadores. Vendemos más barato para afuera y le cobramos más caro a los consumidores uruguayos», razonó Mujica. «¡Por favor! Yo le estoy pidiendo con mucho respeto a la industria frigorífica que trate de arreglar esta anomalía. Que si lo traspolamos por año significa mucho más. Esta diferencia de 25 pesos por kilo significa mucho más valor a lo largo del año, incluso, que la devolución de impuestos. Es mucha plata, pero es una plata injusta que se le está cobrando al pueblo uruguayo. Y me parece que no debemos pasarnos de la raya», advirtió.

«Si en este país, los intereses agropecuarios braman para que el Uruguay se acerque en sus ventas al precio internacional, no puede ser que cuando el precio internacional favorece tengamos un criterio en ese sentido, y cuando el precio internacional está por abajo del precio interno castiguemos al consumidor interno porque sí, porque tiene poder adquisitivo, porque las cosas mejoraron, porque la gente compra más carne ¡no!».

«¡No nos pasemos de la raya!», insistió. «No puede ser que tengamos una actitud en un sentido y una actitud en otro. ¡No regules! ¿No regules en qué sentido? Me pides que no permita una exportación desleal y tal vez tú tengas razón y es muy probable que te dé la razón».

«Pero al mismo tiempo, te estoy pidiendo que tengas en cuenta que el consumidor uruguayo es el segundo cliente de carne que tiene el Uruguay y es fundamental. Y creo que este precio del asado es un precio de referencia. Vuelvo a repetir: en términos promedio le estamos cobrando 25 pesos más por kilo al carnicero uruguayo, que obviamente a su vez remarca arriba ­¡no trabaja gratis!­ que lo que estamos sacando del asado que estamos exportando, que son 58 pesos».

«Me parece excesivo y, por el momento, llamo la atención y pido por favor que se tenga en cuenta esta anomalía», expresó. En otro orden, Mujica dijo que «seguramente, muchísima gente no tiene por qué darse cuenta que en el conjunto de relaciones que impone la marcha de la tarea de gobernar, de hecho en la práctica se impone el tomar un conjunto de decisiones diarias, que son rutinarias, que son impostergables, porque la fluidez elemental de la vida en sociedad, en realidad nos lo impone».»Así, por esta razón, al gobernar de hecho, no existe otra opción ­nos guste o no nos guste­ que confiar en una escalera de colaboradores, a veces de confianza política, las más de confianza profesional de funcionarios, que unos y otros van a estar encuadrados en un conjunto de garantías de derecho para su funcionamiento», explicó el presidente. «Y no nos pueden dar garantía total, ciento por ciento, porque ello es imposible, pero es el margen de garantía que en el fondo se da en una sociedad republicana y democrática como la nuestra, y de derecho. Todas esas garantías nunca serán suficientes y siempre serán perfeccionables. Por eso, también las instituciones, a la luz de la vida, de la práctica y de la experiencia, necesitan constantemente sucesivos perfeccionamientos indefinidamente», argumentó. «Diariamente, un presidente en nuestro país firma 30 ó 40 asuntos, los más diversos, los más distintos: desde pases en comisión, a la autorización de viajes para esto y para lo otro, pasando por un ascenso o por un grado, seguramente. Pero esas cosas hay que hacerlas, no hay otra vuelta, porque de no hacerlas en poco tiempo, el país de hecho entraría en una crisis», aclaró. Mujica preguntó: «¿Está bien ese orden que nos damos?». Y respondió: «Creo que tiene muchísimas deformaciones de carácter histórico, porque a su vez, en el fondo de esos 30 ó 40 asuntos, apenas 4 ó 5, tal vez, sean francamente importantes. Y muchas veces nuestra energía no se puede concentrar en aquellas cosas que son gravitantes y, tal vez, en los hechos nos vemos empujados a gastar mucho de esfuerzo en cuestiones que son secundarias». Mujica señaló que esta situación «se multiplica y existe a su nivel en cada uno de los ministerios y de las oficinas importantes que puede tener el país. ¿Por qué? Porque a lo largo de muchos años, se nos fue imponiendo en los hechos una práctica de funcionamiento en todo el Estado, cuya característica más importante es esfumar lo que pueda ser responsabilidad».

«Para decidir algo hay que subir varios escalones; una montaña de firmas encadenadas. ¡Qué cosa más curiosa! Y al final las responsabilidades, seguramente, quedan como difuminadas en el conjunto de los distintos escalones en los que estuvo caminando». «Parece mentira que haya buenos compatriotas, bien informados, incluso hasta señores legisladores, que no se dan cuenta de esta deformación típica del país cola de paja», sostuvo. «Estas son las razones que nos empujan, que nos obligan, porque el tiempo venidero nos plantea ese desafío. ¡Pero qué cosa curiosa! En el caso del presidente, por ejemplo, termina firmando hasta pases en comisión, etcétera, etcétera. Pero se le quitó a los presidentes, no sé con qué magia, por ejemplo, la orden para que las distintas tesorerías de la administración pública paguen los salarios; el presidente no tiene que firmar eso, no tiene que dar esa orden; eso camina automáticamente. Todas las disposiciones de derecho están hechas con esa naturaleza», enfatizó. «Diríamos, nuestras deformaciones burocráticas, no dejan de ser inteligentes, entre comillas. Tal vez los artículos que hemos puesto en la reforma del Estado, no lo cubren todo, no son suficientes, ni pretenden que toquemos el cielo con las manos, ni mucho menos que sea la tal reforma del Estado que le cambia la historia al Uruguay ¡no!», enfatizó.

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