Candidato de Fosalba a la presidencia del SMU: "Hay una coalición gremial que es

Barret Díaz: "Atchugarry se de Disse, pero Bensión

Por Raúl Legnani

 

–¿Por qué se llama Barret?

–Por Rafael Barret, el escritor catalán que vivió en Uruguay y en Paraguay, que escribió tanto contra la explotación en los yerbatales paraguayos. Su nieta, Soledad Barret, en la década del 60 fue objeto de un atentado terrorista neonazi: la marcaron con una cruz esvástica en la piel. Por eso soy Barret. Mi padre venía muy condicionado por la lucha antifascista de la época, de la guerra de España y por la cantidad de emigrantes españoles que llegaban a nuestro país. Mis padres tenían ideas cercanas a la corriente librepensadora de aquella época.

–¿Por qué resuelve estudiar medicina?

–Fue un poco fruto de la cultura del país de aquella época y un poco fruto de cuestiones personales. No es por cierto una influencia familiar, en tanto mi padre era un trabajador. En sus últimos años fue peón de taxi y peón de un reparto de queroseno. Mi madre, de apellido Pose, era una profesional, de las primeras escribanas que hubo en nuestro país. El resto de su familia está vinculado al derecho.

La cultura nacional de aquella época, con todos aquellos elementos de fraternidad, de humanismo, no tan influenciada por la tecnología como hoy, inclinaba al joven a hacer carreras del tipo de las que yo hice. Y en lo personal siempre me gustó mucho el estudio de los procesos biológicos, tanto en el reino animal como vegetal, con la idea de beneficiar a los enfermos. La confluencia de todo eso dio una resultante, que en mi caso fue categórica. No estuve dudando mucho y nunca me he arrepentido de haber hecho medicina, pero me di cuenta con el correr del tiempo de que si hubiera sido bancario, ingeniero o abogado, hubiera tenido la misma postura ante la vida.

–En esos años el prestigio del médico era muy grande. ¿Se mantiene ese prestigio?

En parte sí y en parte hay problemas de la época. Se mantiene en un país como el Uruguay, a escala de provincia, pequeño, poco poblado, con mucho emigrante rural viviendo en la capital. Se mantiene mucho de lo que es la vida tradicional de los barrios y de los pueblos del Interior, donde el médico sigue siendo un referente no sólo para la enfermedad o para la salud. Pero en Montevideo y en las capitales departamentales ha cambiado la situación. Sobre el prestigio del médico ha incidido el fenómeno de la tecnologización y de la mercantilización de la tecnología de alto costo, creando dilemas éticos muy grandes. Como, por ejemplo, la incorporación de nuevas tecnologías en la canasta de servicios que prestan las instituciones asistenciales.

La realidad muestra cierta continuidad histórica milenaria del prestigio médico, pero muestra problemas del presente. Pero por suerte en Uruguay hay un gremio médico con un código de ética al que cada vez más se lo tiene presente para regir nuestros actos.

–El mutualismo tiene un objetivo asistencial, pero ¿qué significó desde el punto de vista cultural para el profesional médico?

El mutualismo surge en Uruguay en el siglo XIX, creado por las comunidades de diversas nacionalidades de inmigrantes: los españoles, los franceses, los italianos, los ingleses. Comenzando el siglo XX, empezó a adquirir una actividad cada vez mayor, contratando el trabajo de médicos, pero haciéndolos ejercer en condiciones poco propicias, con una limitación de los gastos y de los procedimientos, que, como denunciaba el doctor Carlos María Fosalba en los años 20 y 30, hacía que se diera una explotación del trabajo médico. Y para enfrentar este problema surge el Sindicato Médico del Uruguay, que forma un centro asistencial, que no es propiamente una mutualista, sino una institución de asistencia médica colectiva, que es dirigida por médicos designados en elecciones.

El Casmu surge para crear un estilo diferente de trabajo médico y de asistencia. De todas maneras, con el correr del tiempo, las otras instituciones originalmente mutuales y también las nuevas mejoran mucho su calidad de atención y el Banco de Previsión Social, a través de Disse, da un espaldarazo a este sistema, reconociéndolo como prestador de servicios colectivos para los trabajadores. Por medio de la normativa vinculada a Disse, llegan una serie de ingresos fijos que hacen posible una actividad financiera más fluida, que permite incorporar tecnología y servicios de calidad.

Esto funcionó así hasta la década del 90, pero el ministerio del doctor Ignacio de Posadas, a efectos de no subir la cuota mutual, que incidía en el Indice de Precios al Consumo, que ellos querían bajar a toda costa, llevó a que el aumento de ingresos que requerían las instituciones asistenciales se hiciera por medio del aumento de los tiques y órdenes, que quedaron libres de aumentar los precios. Y esto comenzó a atentar contra la filosofía del sistema, porque en vez de pagar el aumento de la cuota todos, solidariamente, se pasó a pagar por cada acto un tique, pagándolo el enfermo.

Esto fue fruto de aquella movida táctica del ministro De Posadas, que logró abatir el IPC artificialmente.

–En ese plano, ¿fue peor De Posadas que la dictadura?

–Si bien en el plano político hay diferencias, la línea económica tiene mucho de campos de superposición. Durante la dictadura se creó el Disse y el Fondo Nacional de Recursos, pero en plena democracia De Posadas atenta contra la esencia del sistema mutual.

Uno no puede ser insultante de darle atribuciones con la dictadura a quienes políticamente no la tienen, pero en el plano económico hubo muy pocas diferencias de los diversos ministerios de Economía posteriores a la dictadura con la propia dictadura.

–Este modelo en base a Disse o un similar también lo intentó establecer Clinton para Estados Unidos, pero los republicanos se opusieron…

–Sí. Han venido de diversos países, pero especialmente de Estados Unidos, a estudiar el sistema de instituciones de asistencia médica colectiva de Uruguay. Porque acá tenemos problemas, creemos que la situación está mal, pero en el resto del mundo la salud es un dolor de cabeza aun para los países más ricos. En Estados Unidos, país con tantos avances en lo tecnológico, desde el punto de vista de la asistencia médica la situación es caótica: hay 40 millones de personas sin ningún tipo de cobertura médica. Y esto es porque no han dado con la tecla de construir un engranaje organizativo para un sistema de alta tecnología que cuesta mucho.

–Hoy hay una crisis en el mutualismo. A la vez hay una idea dominante de que las salidas colectivas han fracasado porque igualan para abajo y son ineficientes. Por eso –dicen– hay que ir a una nueva etapa. ¿Ustedes visualizan que desde el gobierno de coalición se está planteando un cambio radical, que niegue lo actual, del sistema de salud?

Creo que es así. En la idea que acaba usted de exponer hay una parte de verdad. Toda igualación hacia abajo, una solución colectiva donde damos lo mínimo, es una propuesta que la sociedad la va a resistir, porque los progresos de la tecnología, que cuestan mucho, son altamente beneficiosas para los enfermos, para la sociedad que recupera fuerzas de trabajo. Por eso no debieran demonizarse los progresos de la tecnología. Debieran incorporarse pero de manera racional. Y no guiados nada más que por el interés del mercado, como pasa con los sistemas no colectivos, los sistemas de mercado. Deben incorporarse de una manera adecuada, adquiriendo las metodologías de evaluación de tecnologías que se están desarrollando universalmente a la par de la Organización Mundial de la Salud.

La igualación hacia abajo cae mal, y justificadamente, a tod
a la sociedad. Cuando ahora al mutualismo, desde el gobierno, se le quiere llevar por un camino de reducir la calidad de la atención, abatiendo costos a rajatabla, lo que se está haciendo es preparar el ataúd.

La sociedad no va a aceptar eso, porque los abonados particulares, que son 200 mil, inmediatamente se van a ir. Una manera de matar al mutualismo es igualar hacia abajo, pero la manera de salvarlo es mantener el máximo de calidad, mantener la canasta integral de asistencia.

–Los gastos pueden llegar a ser enormes…

No, porque vamos a cambiar y a reformar radicalmente la gestión, tecnificándola, incorporando evaluación de tecnología, entre ellos los medicamentos, y tecnificando todo: la gestión administrativa, creando transparencia, evitando los desfalcos que ha habido en diversas instituciones, no en el Casmu. Me remito simplemente a los estrados judiciales, que en este momento están tramitando diversas denuncias penales.

Es cierto que los sistema colectivos, si son presentados como la igualación hacia abajo, van a terminar de morir. Me parece que la política del gobierno está abriendo ese camino. En oposición a eso, nosotros planteamos no sistemas individuales, porque las leyes del mercado sin evaluación racional de tecnología pueden llevar a aumentar los gastos globales de la sociedad.

–Pero estas concepciones también se expresan entre sus colegas…

El gremio médico no es ajeno a la sociedad en tanto no somos un sector elitista y aislado. Hay una cantidad muy grande de médicos, muchos de ellos subocupados y desocupados, pero también en nuestra sociedad se manifiestan todas las opiniones y contradicciones. Como prueba concreta tenemos la formación de una coalición de diversos grupos que se presenta a las elecciones, integrada por la misma composición que la coalición del gobierno. Por eso las concepciones que existen en el país en cuanto a cómo solucionar los temas de la salud, del trabajo, de la seguridad social, se reflejan en el gremio médico y ahora tenemos una coalición gremial que es la imagen espejo de la coalición de gobierno, que tiene sus mismas inspiraciones doctrinarias.

–¿Usted está diciendo que si en el SMU predomina esa coalición, gana el gobierno y sus concepciones?

En este momento no me atrevo a prever qué puede pasar. Si la coalición de gobierno no tuviera el contrapeso de un SMU que ha trabajado unido, en esto de enfrentar los planes del Poder Ejecutivo para el mutualismo, con las sociedades anestésico quirúrgicas, si no tuvieran el contrapeso del cuerpo médico, y se hubiera aplicado libremente la política del gobierno, tendríamos el cierre de varias instituciones, mutuales, el profundo fortalecimiento de las que sobrevivieran, esperando un ciclo de tiempo hasta que se debilitaran, para que al final quedara un sistema mutual reducido apenas a algunos servicios básicos, algunas urgencias, operaciones de baja complejidad, aspirinas, radiografías y nada más.

Con una Salud Pública que ya está en el límite de omisión de asistencia, y en tercer lugar los convidados de piedra, aquellos a quienes se les está abriendo el camino, los que aún no han desembarcado, que son las aseguradoras de riesgo multinacionales, no las pequeñas que existen en el país, sino las poderosas. Aquellas con una capacidad de mercado enorme, capaces de destruir a todo aquel que intente hacerles competencia. Multinacionales que venden seguros según el bolsillo del que compra. Según mi poder adquisitivo podré operarme de apendicitis, pero del corazón no, podré acceder a las aspirinas, pero no a los antibióticos. Ellos hacen contratos con la letra chica de todos los seguros y así como en cierto modo estafan de esa forma al consumidor, también le chupan la sangre al trabajador médico o no médico que esté ahí, haciéndolo trabajar sin seguridad social, generando desempleo y angustia. Esta es la aplicación plena de la receta neoliberal.

Se ha elaborado el Plan de Salud 2010, que apunta a que en Uruguay haya una Salud Pública, un pequeño sistema mutual y aseguradoras internacionales. Esto es lo que la coalición de gobierno quiere que nos traguemos. Y me parece que si hay una coalición, que ahora se presenta a las elecciones del gremio médico, formada con la misma composición que el gobierno, lógicamente va a apuntar a abrir el camino de lo que el gobierno quiere.

–Pero la situación no es idílica, doctor. Un familiar mío tuvo que esperar cuatro años para operarse de las várices, yo cada vez que voy a retirar un medicamento para la vista es una tómbola, porque algunas veces no hay. ¿Ustedes son responsables de esto?

–La situación es problemática y compleja. Incluye situaciones excelentes, como por ejemplo las muchas actuaciones del Fondo Nacional de Recursos, un sistema que permite a cualquier ciudadano ser operado del corazón o cualquier otra intervención de alta cirugía con un dinero que aporta la sociedad, principalmente el conjunto de los abonados mutuales.

Junto con eso tenemos que en la actividad cotidiana hay demoras en la cirugía, que hay instituciones que administran muy mal los recursos, que se paga tarde y mal a los médicos y a los funcionarios.

Nosotros a lo que apuntamos es a solucionar esos problemas, fortaleciendo de verdad el mutualismo, dándole los medios para que sea fuerte. Para ello hay que extender la cobertura de Disse, hay que establecer científicamente la paramétrica del ajuste de las cuotas, comprando colectivamente medicamentos de manera de abaratar precios, exigiendo al gobierno una legislación sobre comercialización de medicamentos. Una serie de medidas que el actual gobierno, en la época preelectoral, nos las prometió en declaraciones públicas en el SMU, que están reproducidas en una publicación.

–Si no recuerdo mal, por el Partido Colorado habló en nombre del Jorge Batlle el senador Alejandro Atchugarry…

–Tiene buena memoria. Atchugarry se comprometió a la extensión de Disse. Mientras que en estas negociaciones en el MSP, relativas al fortalecimiento del mutualismo, se consultó específicamente al Ministerio de Economía sobre la extensión de la cobertura de Disse y la respuesta de Bensión fue que no. Y ahora recargan de impuestos a las instituciones mutuales: 3% de impuestos específicos a la Salud, otros 3% a los productos importados y allí van los medicamentos. Secuestran los ocho pesos de sobrecuotas: lo sacan del bolsillo del abonado mutual y lo dejan depositado en el Ministerio de Economía. Entonces a las instituciones no sólo no se les ayuda, sino que se les está haciendo una guerra.

En este clima es muy difícil solucionar esas cosas que usted decía que marchan mal. Pero estas cosas, que quede claro, no las genera la Agrupación Fosalba. La culpa hay que ir a buscarla en la política de la coalición de gobierno. Es que toda la culpa que se le está atribuyendo a Fosalba resulta que se le está descontando a la lista de culpas del gobierno. Hay quien está haciendo este trabajito de quitarle culpas al gobierno, traspasándola a nuestra agrupación. Me gustaría escuchar toda esa lista de culpas de la Fosalba para ver cómo vienen descargadas de la lista de culpas del gobierno. Y esto es un trabajo político que está haciendo una coalición hija de la otra coalición.

–Ahora, la coalición no tuvo nada que ver con haber establecido los contratos por acto médico…

Todos esos temas de las formas de pago y de remuneración fueron estudiados en profundidad por el Centro de Investigaciones y Estudios del SMU.

No hay un sistema de retribución médica que sea perfecto. Se puede pagar solamente por el acto realizado y se corre el pelig
ro de promover actos excesivos para ganar más. Se puede pagar solamente por hora, pero se estimula allí una actitud burocrática. Se puede pagar por una población asignada, de tal esquina a tal otra, por ejemplo, en el barrio de Sayago. Pero todos los sistemas tienen sus pro y sus contras. Lo que hay que hacer es una adecuada integración de las ventajas de los sistemas, contrarrestar las desventajas de cada uno, y esto lo estamos estudiando. Pero lo que no es cierto, según se demostró, es que el convenio anestésico quirúrgico haya sido el culpable de la crisis de las instituciones y esto el MSP comenzó diciéndolo y terminó sin hablar más de esa conclusión.

–Volviendo a las cosas personales. ¿Ha vuelto a ver la película «Me gustan los estudiantes»?

(Se ríe…) –Yo fui secretario de la FEUU entre 1968 y 1969 y por eso hay unas tomas mías en esa película. Fue una época que se correspondió con el mayo francés y en esos años la FEUU era un fermentario, un hervidero de ideas, con la particularidad de que se formaba un grupo político universitario cada día, que cuando llegaba la noche se dividía en dos o tres partes (vuelve a reírse). Y esto era expresivo de una gran libertad de pensamiento, de una vida ideológica muy fermental. Disfruté muchos de esos años y también pagué mucho precio, fui detenido por actividades del gremio universitario. Es decir que estuve en el ojo de la tormenta.

–Hace unos años, no hace mucho, nos encontramos usted y yo en una asamblea de ex exiliados y presos políticos para ver si algún día podemos jubilarnos. ¿Su situación sigue incambiada?

Sigue todo igual. Hasta ahora no hemos logrado que se nos computen esos años en nuestra historia laboral. Esto es potestad del Poder Ejecutivo. Si tengo salud, voy a tener la edad para jubilarme, pero no voy a tener los años de trabajo. Lo mismo que tantos miles de compatriotas que cometieron el «pecado» de luchar contra la dictadura y por eso haber estado presos y exiliados durante equis tiempo. Muchos de ellos ya han fallecido, sin poder jubilarse en este Uruguay de la democracia (se emociona).

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