POSICION. EL JEFE DEL EJÉRCITO ROSALES APOYO ACTITUD DE CAMARADAS

Ocho generales activos visitaron a militar preso

Los uniformados se encontraron con el militar, abogado y docente, con más de tres décadas de carrera militar, a quien la Justicia imputó el delito de «homicidio muy especialmente agravado» por la muerte del estudiante Ramón Peré, ocurrida el 9 de julio de 1973. Su defensa, a cargo del doctor Miguel Langón, ya prepara la apelación para presentar en las próximas horas. El abogado basará su argumentación en que esta causa está amparada en la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado.

Según supo LA REPÚBLICA, participaron de este encuentro los generales Luis Pérez (actualmente sin destino), Daniel Castellá (comandante de la División de Ejército I), Sergio D’ Oliveira (director del Instituto Militar de Estudios Superiores), Pedro Aguerre (comandante de la División de Ejército IV), Neris Corbo (director de Sanidad Militar), Domingo Montaldo (jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la República), Nelson Pintos (comandante de la Logística) y Juan J. Saavedra (director de la Escuela Militar y director del Instituto Militar de las Armas y Especialidades). Fuentes cercanas a los participantes señalaron que los generales expresaron su preocupación por la situación en que se encuentra el militar, juzgado por un hecho ocurrido hace casi cuatro décadas. «Nadie está seguro», acotó uno de los informantes. La visita se produjo en horas de la mañana y, según los propios uniformados, «se trata de un hecho inédito, ya que no existen antecedentes, ni siquiera cuando uno de sus pares, el general Miguel Dalmao (quien se repone en el Hospital Militar), estuvo preso en la misma dependencia». Junto a Machado, también se encuentra el coronel José Chialanza, de 83 años, procesado por el caso de Nibia Sabalsagaray.

La rapidez con la que se realizó la visita impidió que estuvieran presentes otros generales que se encuentran en el Interior. Según trascendió a última hora, el comandante en jefe general Jorge Rosales habría respaldado la actitud de sus camaradas. Durante el encuentro, afirmaron los informantes, se expresó la preocupación en relación al enjuiciamiento de militares. Según canal 12, los generales también manifestaron preocupación porque consideran que hay «escasas garantías para los militares a la hora de comparecer ante ciertos magistrados. Respecto al coronel Tranquilino Machado, se señala que fue preso por un hecho ocurrido hace casi 40 años, apenas egresado de la Escuela Militar, mientras cumplía con un procedimiento ordenado por sus superiores.

 

Presentan apelación

La defensa del coronel (r) Tranquilino Machado apelará el próximo martes el procesamiento de su cliente. Los abogados Miguel Langón y Graciela Figueredo insistirán en los argumentos formulados durante la instrucción presumarial por la muerte de Ramón Peré, según pudo saber LA REPÚBLICA.

En este sentido, los abogados fundarán el recurso de apelación en la vigencia de la Ley Nº 15.848, «Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado», la imposibilidad de aplicar el artículo 123 del Código Penal (CP) para elevar el plazo de prescripción del delito, y la existencia de un enfrentamiento armado entre los oficiales y los dos estudiantes.

Langón afirmó, en un alegato interpuesto durante el proceso, que al momento de los hechos Machado revestía el «grado inferior de la jerarquía» militar (alférez), «habiendo actuado bajo órdenes directas de su superior», por lo cual «es inconcuso que su situación está amparada» en la Ley de Caducidad.

Asimismo, el abogado cuestionó la aplicación del artículo 123 del CP «porque Machado nunca fue ni es un sujeto peligroso, y actuó además en condiciones especialísimas de legítima defensa, cumplimiento de la ley y obediencia al superior». En este sentido, Langón sustenta que la tesis de la «peligrosidad» no puede basarse en los hechos de 1973, sino en la actualidad, cuando Machado no representa un peligro para la sociedad.

Empero, la defensa insistirá, particularmente, con la hipótesis del enfrentamiento entre los oficiales y los estudiantes. Machado actuó «para reprimir actos ilícitos, en cuya ocasión fue agredido a tiros por el que resultó fallecido o por su acompañante, (…) repeliendo el ataque con el resultado fatal».

En este contexto, Machado «hizo uso del arma de fuego que portaba en forma proporcional, racional y progresiva», por cuanto «solo disparó un único tiro reactivo, en condiciones de profunda nocturnidad, sin utilizar las miras, casi instintivo, a larga distancia, sin experiencia de combate previa, en situación emocional muy especial de temor, angustia y estrés, cuando interpretó que era evidente el riesgo que corría su propia vida y para conjurar ese peligro», señala el abogado.

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