ANALISIS POLITICO DE LA SEMANA

Una semana vertiginosa en la que Mujica puso la casa en orden

«Va a ser una semana dura». El vaticinio surgió el pasado lunes de boca de un ministro de Estado y aludía a la decisión que horas antes había comunicado el presidente José Mujica de remover a la comunista Ana Vignoli en el Ministerio de Desarrollo Social. El ministro estaba en lo cierto. En cinco días de vértigo el Poder Ejecutivo en su conjunto y Mujica en particular, enfrentaron y sortearon una serie de dificultades que pudieron sumir al gobierno en una severa crisis. «Fue curioso. Desde que asumimos nunca hubo tanta tensión interna concentrada en tan pocas horas, producto de una serie de problemas de difícil resolución, pero Mujica aprovechó cada uno de ellos para poner la casa en orden», afirmó ayer por la mañana un alto jerarca de la Torre Ejecutiva. Aseguró que ninguna de las movidas realizadas fue producto de la improvisación y destacó la «solvencia» y «celeridad» en la toma de decisiones.

A la remoción de Vignoli se sumó el enfrentamiento con el Partido Comunista por la votación en diputados del proyecto de Asociación Pública Privada, la inesperada renuncia del ministro de Defensa Nacional, Luis Rosadilla, por razones de salud, y una triple interpelación por la minera Aratirí. Todo en momentos en que el Frente Amplio se cuestiona su acuerdo fundacional.

Un dato pasó inadvertido. La foto del lunes no mostró a un Presidente solitario anunciando la salida obligada de un ministro cuestionado por su gestión desde filas aliadas y opositoras. En la conferencia de prensa Mujica tuvo al vicepresidente Danilo Astori a su derecha asintiendo cada una de sus palabras. El mismo Astori con el que disintió semanas atrás por el impuesto a las grandes superficies agropecuarias ­que el jueves confirmó Mujica que será enviado al Parlamento- con su sola presencia confirmó la unidad de acción en el Ejecutivo.

Con la destitución de Vignoli y su sustitución por el ministro de Salud Pública, Daniel Olesker, Mujica corrigió con mano dura los errores de gestión que la oposición explotaba con acierto y también tomó una decisión de Estado dirigida a potenciar y privilegiar a las políticas sociales para lograr un gasto más eficiente que permita erradicar el núcleo duro de la indigencia. No hubo una simple sustitución de fichas sino que con la asunción de Olesker ­que nadie cuestionó- se anunció que cambiará la estrategia y será el Ministerio de Desarrollo Social, con un economista a la cabeza, el que deberá articular las políticas sociales en su conjunto. La oposición aplaudió la salida de Vignoli y el Partido Nacional desactivó la interpelación prevista al Ministerio de Desarrollo Social por las muertes por hipotermia. El vacío en el MSP lo ocupó con el subsecretario Jorge Venegas, con lo cual compensó la cuota del PCU, y en su lugar designó a Leonel Briozzo, un ex integrante del Frente Juvenil del MLN-T que en 1990 se retiró en masa de la organización, estudioso de la Salud y hombre del corazón del Sindicato Médico del Uruguay.

En esas mismas horas Mujica garantizó que el proyecto de Participación Pública Privada no pone en riesgo la propiedad estatal ni los monopolios. El mensaje fue clave para flexibilizar la postura del Partido Comunista y de los sindicatos, que hoy dudan de la conveniencia de hacer el paro fijado para el 28 de julio.

El proyecto se votó con apoyo de blancos y colorados, sin un Palacio Legislativo rodeado de opositores y al movimiento sindical se le concedió ­constará en la reglamentación- el derecho a ser consultado por los proyectos que se desarrollen al amparo de la ley. Una herramienta legal clave para lo que resta del quinquenio obtenía luz verde, y con su sanción se puso fin a uno de los mayores prejuicios de la izquierda sobre la importancia del capital privado trabajando junto al Estado y ayudándolo a concretar lo que por sí mismo no puede hacer.

El jueves Mujica mantuvo una reunión con una delegación del PCU encabezada por el senador Eduardo Lorier y durante la misma accedió a una serie de planteos que permitió descomprimir una tensa relación. Al cabo del encuentro, el legislador comprometió el apoyo de su partido al gobierno.

Pero las aguas estaban lejos de aquietarse. Ese día, sorpresivamente, el ministro Luis Rosadilla comunicó su alejamiento de la cartera por razones de salud. Rosadilla garantizaba los delicados equilibrios de la interna militar y tras 24 horas de consultas en diferentes direcciones, el Presidente optó por el ex senador Eleuterio Fernández Huidobro, un viejo compañero de ruta de su más absoluta confianza. En filas militares y también desde la oposición política el nombramiento fue bien recibido y aventó incertidumbres. «Es el ministerio más importante para un gobierno progresista», había dicho el Presidente.

En la misma semana en que Mujica hizo un fuerte ejercicio de autoridad hacia dentro de su gobierno sintió en carne propia los problemas de inseguridad que vive el país. El jueves un amigo suyo, ex integrante del MLN, fue asesinado en su comercio de La Comercial en un intento de asalto. El viernes Mujica concurrió al velatorio. En esas 48 horas hubo cuatro muertos a manos de la delincuencia. En las encuestas que maneja el gobierno, la inseguridad ocupa el primer lugar en la preocupación de la ciudadanía. El polémico tema, talón de Aquiles de la actual administración, se encamina a encabezar la agenda de la semana que comienza.

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje