Revelación del contralmirante (r) Lebel sobre el ex comandante de la Armada

Márquez era contrabandista: en 1971 hundió un barco para ocultar carga

La revelación está contenida en el libro de reciente aparición «El viejo Günter», escrito por el contralmirante retirado Oscar Lebel, un oficial pasado a retiro forzoso en 1977 por su oposición a la dictadura, y rehabilitado pocos meses atrás por una decisión del Parlamento.

La obra incluye una serie de relatos de corte autobiográfico y de referencias históricas, entre los cuales figura un episodio que involucra a unos de los más connotados integrantes de la cúpula militar golpista, hoy fallecido. «Quería decirle al mundo que Márquez eran un delincuente, porque fue un delincuente que se enriqueció hundiendo un barco», explicó ayer Lebel en CX 14 radio El Espectador. Márquez fue uno de los más fervientes impulsores del golpe militar de junio de 1973, llegó a la Comandancia de la Armada en abril de 1974 y pasó a retiro cuatro años más tarde.

El marino, según el relato, atravesaba «por los años 70″, una difícil situación económica. En 1971, el entonces capitán de navío, pidió licencia en la Armada por seis meses para hacerse cargo del buque mercante Pedro Campbell, de bandera panameña. Según Lebel, con este barco, Márquez «realizó actividades de contrabando al por mayor entre puertos del Atlántico y del Caribe» de las que emergió enriquecido. Lebel dijo ayer que pudo reconstruir su trayectoria como contrabandista «por casualidad» a partir de contactos con miembros de la tripulación de Márquez. El siguiente es parte del relato de Lebel contenido en el libro sobre la travesía del buque mercante:

«La terminación de la aventura debía culminar con un matute mayúsculo destinado al Uruguay. Al final del semestre, el buque se acercó a la rada de Montevideo en la noche, donde las lanchas desembarcaron toneladas de mercaderías en infracción. Dos veces se repitió la operación. Al tercer acercamiento, no hubo concurrencia de las embarcaciones cómplices porque las autoridades marítimas estaban al tanto del proceder delictuoso de Márquez quien puso rumbo al este. Fue localizado por un avión de la Armada en proximidades del cabo Polonio, y se despachó a un buque de guerra para detenerlo. Cuando el destructor Uruguay, al mando del entonces capitán Juan Zorrilla (luego comandante en jefe que resistió la dictadura disponiendo el cordón en la calle J.C. Gómez) llegó a la zona, encontró al carguero escorado y con fuego a bordo. Márquez había ordenado inundar e incendiar su barco para borrar las pruebas del delito. Desembarcó con sus marineros en los botes salvavidas y fue recogido por un mercante de bandera argentina. La dotación de la Armada que subió al buque a fin de dar un remolque comprobó in situ restos de mercaderías obviamente sin documentación. La pretensión de arrastrar al buque contrabandista y vararlo en la costa resultó infructuosa, pues apenas el (destructor) Uruguay inició el tironeo, el Campbell comenzó a volcarse con riesgo de arrastrar al destructor. Se cortó a hachazos el cabo de remolque así se fue a pique la prueba del gigantesco contrabando. Márquez pasó a ser un hombre de fortuna, que viendo pocas posibilidades en la Armada, se pasó con armas y bagajes a los golpistas del Ejército. Sería recompensado con galones y abundantes dólares por la dictadura uruguaya echando por tierra aquello de que el crimen no paga. Márquez ganó y ganó mucho dinero. No tuvo problemas de conciencia. Como ocurre con ciertas prostitutas, la neurona que guarda la ética la tenía anulada desde hacía mucho tiempo». *

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